lunes, 2 de abril de 2018

Terenci Moix (Barcelona, España, 5-1-1942 / Ibid., 2-4-2003): In memoriam

ÁCIDO PROVOCADOR

Hoy se cumplen quince años del fallecimiento del escritor español Terenci Moix. Novelista y ensayista en lengua castellana y catalana, fue un desinhibido y ácido provocador hasta la exageración, reivindicador de su abierta homosexualidad, así como cultivador en sus escritos de un sentido del humor irreverente que alternaba con sus obsesiones estéticas, eróticas y amatorias. Mitómano empedernido, dejó una vasta obra atravesada por las que fueron su más intensas pasiones, Egipto y el cine clásico, y aclamada por millones de lectores. Si en su primera época como escritor representaba la modernidad absoluta, miembro destacado de la 'gauche divine' barcelonesa, en los años 80 fue figura mediática permanente, alcanzando la cima de su popularidad al ganar el Premio Planeta y como presentador de televisión ("Terenci a la fresca" y "Más estrellas que en el cielo"). También fue conocido por sus artículos de opinión en diversas publicaciones.
Nacido en el seno de una modesta familia de tenderos en el barcelonés barrio del Raval, Ramón Moix Meseguer estudió con los Escolapios, destacando pronto por su habilidades literarias. Tuvo una adolescencia solitaria de asiduas tardes en salas de cine de barrio con programas dobles, lo que hizo de él un portentoso cinéfilo, afición que siempre cultivó con enorme entusiasmo. "El cine fue mi mejor escuela", aseguraría. Sus años adolescentes combinaron estudios de contabilidad, comercio, taquigrafía, mecanografía e incluso arte dramático con trabajos como aprendiz de imprenta, administrativo, vendedor de libros o caricaturista.
Extremadamente inteligente y de formación cultural autodidacta, debutó en la literatura publicando dos novelas policíacas bajo el pseudónimo de Ray Sorel: Besaré tu cadáver (1963) y Han matado a una rubia (1964) y firmó sus primeros artículos de cine como Ramón Moix. En 1964, rechazando la represiva educación recibida bajo el franquismo, se lanzó a conocer mundo y marchó a Londres, donde trabajó como camarero y permaneció año y medio, etapa que él calificó como su verdadero nacimiento. Allí había tomado contacto con el 'swinging London' y se familiarizó con la contracultura pop imperante en los países anglosajones, que influyó en la temática y el estilo de sus primeros libros. Residió también en París y luego viajaría por Italia (donde, en Roma, trató a personajes como Alberti o Pasolini) y Egipto. Al volver a Barcelona, se dedicó a la traducción a destajo.
Ya convertido en Terenci Moix (nombre que tomó del poeta romano Terencio) irrumpió en la literatura catalana con el libro de relatos La torre dels vicis capitals (La torre de los vicios capitales), que le hizo merecedor  del premio Víctor Catalá en 1967 y se publicó al año siguente. El pronto llamado 'enfant terrible' de las letras iniciaba así su despegue, continuado con los ensayos Introducció a la història del cinema (1967) y Los comics, arte para el consumo y formas pop (1968), al tiempo que sus colaboraciones para la revista Fotogramas eran muy esperadas por los lectores. Ganó el Premio Josep Pla en su primera convocatoria con Onades sobre una roca deserta (Olas sobre una roca desierta, 1969) y a continuación tuvo un importante éxito editorial con El dia que va morir Marilyn (El día que murió Marilyn, 1969), visión costumbrista y llena de humanidad sobre la Barcelona de posguerra y una valiente reflexión sobre la condición gay que le convierte en pionero del tema en España. Se la considera la novela de toda una generación y fue publicada en castellano en 1970, año en que también apareció El sadismo de nuestra infancia, ensayo que supone un ajuste de cuentas con la educación impuesta, y Terenci del Nil (Terenci del Nilo), viaje sentimental a Egipto, al que siguió Crónicas italianas (1971), itinerario romántico y dilettante del viajero Moix, fascinado por la cultura del país transalpino. Su siguiente novela, Món mascle (Mundo macho, 1971), una auténtica rareza, es una singular meditación sobre la crueldad. Sus celebrados artículos sobre las más célebres estrellas de Hollywood, publicados durante años en Fotogramas con el epígrafe "Sólo para amantes de mitos", fueron recopilados en los libros Hollywood stories (1971) y Hollywood stories II (1973). Siro o la increada consciència de la raça (La increada conciencia de la raza, 1972) es un análisis despiadado del impasse en que se encontraba la burguesía catalana.
Durante la transición a la democracia en España su producción disminuyó. Sadistic, esperpentic i adhuc metafisic (Sadístico, esperpéntico e incluso metafísico, 1976), una novela que condensa todas las particularidades de su universo erótico y sentimental y los estragos en él causados por el nacionalcatolicismo del régimen franquista, sería publicada en castellano póstumamente en 2011. En esos años mantuvo una relación sentimental de más de una década con el actor Enric Majó, para quien adaptó textos clásicos con destino a su representación televisiva. Cuando rompieron, Terenci sufrió una profunda depresión. A finales de los años 70 se publicaron dos libros recopilatorios de sus cuentos.
Su visceral rechazo al nacionalismo catalán, para él encarnado en la figura de Jordi Pujol, Presidente de la Generalitat a quien no podía soportar, y la ambición de llegar a un número más amplio de lectores le decidió en adelante a escribir en castellano. Con Nuestro Virgen de los mártires (1983), novela de romanos en la antigüedad clásica, vuelve a situarse en primer plano. En ella el tema del onanismo simboliza el regreso al individualismo en una sociedad en donde el sexo ha sido masificado. Su devoción por la ópera (en especial "La Traviata" de Verdi) propicia Amami Alfredo! (Polvo de estrellas) (1984), novela que, basada en el humor del absurdo, muestra peripecias disparatadas en un Hollywood actual que recrea mitos del pasado. En No digas que fue un sueño (1986), novela romántica con la reina Cleopatra y Marco Antonio de protagonistas, describe los estertores del antiguo Egipto amenazado por el imperialismo de la todopoderosa Roma. Con esta obra logró el Premio Planeta, superó el millón de ejemplares en ventas y se convirtió en uno de los escritores más leídos y admirados de la literatura española. Tuvo su continuación en El sueño de Alejandría (1988), novela histórica que traza un original fresco de las tierras marroquíes durante la Era de Augusto, erigiendo la ciudad del título como la personificación última del ideal soñado. Entre ambas publicó Tres viajes románticos: Grecia, Túnez, México (1987).
Ya en la cumbre de su popularidad, en la década siguiente publica sus memorias El peso de la paja en tres entregas: El cine de los sábados (1990), El beso de Peter Pan (1993) y Extraño en el paraíso (1998), que muchos consideran la culminación de su producción literaria (y su mejor obra junto a El día que murió Marilyn). Este decenio fue especialmente prolífico, editándose sucesivamente La herida de la esfinge (1991), folletín transformado en novela, de trama entre romántica y cómico-irónica, ubicada en el Egipto de finales del siglo XIX; Garras de astracán (1991), desmadrado y burlesco fresco social sobre un mundo dominado por el dinero y las apariencias situado en el Madrid contemporáneo; El sexe dels àngels (El sexo de los ángeles, 1992), Premio de Novela Catalana Ramon Llull, intrigante historia que tiene como telón de fondo la Barcelona sacudida por las conmociones de los años 60; Suspiros de España (1993), reivindicación de la copla, el cine folclórico y la cultura popular española, profusamente ilustrada, compaginando nostalgia y kitsch; Venus Bonaparte (1994), novela con el protagonismo de Paulina, hermana favorita de Napoleón, concebida como un homenaje a Roma, ciudad en la que vivió durante más de dos años y a la que viajaba con mucha frecuencia; Mujercísimas (1995), jocosa y desvergonzada novela que supone una sátira despiadada sobre el derrumbe de toda una sociedad sustentada en el culto al éxito y al dinero y en la que no deja títere con cabeza; Sufrir de amores (1995), donde expone algunos de sus temas favoritos relacionados con la soledad del ser, la desesperación ante la pérdida de los sentimientos y la ternura del amor en la memoria; El amargo don de la belleza (1996), Premio de Novela Fernando Lara, donde vuelve al Egipto faraónico para narrar la historia de una experiencia espiritual única en la historia del mundo antiguo: el nacimiento y ocaso de la primera religión monoteísta, promovida por el faraón Akenatón y su reina Nefertiti; Chulas y famosas (1999), esperpéntica y vitriólica denuncia de la sociedad contemporánea convertida en puro escaparate de frivolidad en la televisión y medios de comunicación; El demonio (1999), novela donde, sirviéndose de elementos propios del cuento gótico, crea un universo regido por el horror de la belleza y la perversión de la santidad. En estos años también aparecieron Mis inmortales del cine. Hollywood, años 40 (1991) y Mis inmortales del cine. Hollywood, años 30 (1996).
Mis inmortales del cine. Hollywood, años 50 (2001) y Mis inmortales del cine. Años 60 (2003), al igual que las dos entregas anteriores, abundan en su arrolladora pasión cinéfila por los mitos del séptimo arte. El último, de publicación póstuma, incluye capítulos sobre estrellas del cine europeo. Su última novela, publicada en vida, fue El arpista ciego (2002), Premio de la Fundación José Manuel Lara, una surrealista fabulación con la antigua ciudad de Tebas como escenario, donde une el tema de la música en el Egipto faraónico con la irreverente consagración de Tutankamón como fetiche erótico.
En octubre de 2002 recibió la medalla de oro al mérito cultural del Ayuntamiento de Barcelona. y confesó "Este es mi primer premio oficial, todos los otros que tengo se deben a la beneficencia privada". Durante la entrega del galardón el escritor habló y respiró con dificultad: un enfisema pulmonar, causado por su compulsiva adicción al tabaco, estaba acabando con su vida.
Tras meses ingresado en una clínica privada, donde ya nada podían hacer por él, volvió a su casa de Barcelona. "Quiero vivir", había afirmado rotundo, pero se hallaba irremisiblemente condenado a muerte. Sus últimos meses de vida fueron tortuosos, ya que la medicación le generó una grave osteoporosis que a su vez le provocó una rotura de vértebra, relegándole a una silla de ruedas y respirando a través de una bombona de oxígeno. El escritor murió de una parada cardio-respiratoria, sin dolor, acompañado de su hermana, la también escritora Ana María Moix, su secretaria y colaboradora Inés González y dos doctores. Contaba 61 años de edad. La hermana reveló "¿Quieren saber cuál fue su última voluntad? Pidió un Ducados".
La noticia de su muerte movilizó a miles de barceloneses, que acudieron presurosos a dar su último adiós al  popular y querido escritor. La capilla ardiente, instalada en el Ayuntamiento de Barcelona, fue testigo de numerosas muestras de afecto. Para Terenci fueron muy importantes sus amigos, que le adoraban y con los cuales él siempre se mostró leal y generoso. Entre ellos destacaba la presencia de Enric Majó, su antigua pareja sentimental, la actriz Rosa Maria Sardá, el cineasta Ventura Pons, el escritor y presentador televisivo Boris Izaguirre, la modelo Antonia Dell’Atte, la fotógrafo Colita, la actriz Teresa Gimpera, los escritores Juan Marsé y Manuel Vázquez Montalbán, el ex-ministro socialista Miguel Boyer y su esposa Isabel Preysler, Juan Clos, alcalde socialista de Barcelona, o Pasqual Maragall, el entonces candidato socialista a la presidencia de la Generalitat. Entre las coronas de flores recibidas, sobresalían las enviadas por Rocío Jurado, la SGAE, el Ministerio de Cultura o el Museu Egipci. La ceremonia laica, al más puro estilo Terenci, destiló originalidad y fetichismo por los cuatro costados. En su transcurso se leyeron poemas y fragmentos de su obra, tomaron la palabra amigos y familiares de Terenci, entre ellos su hermana Ana María, la actriz Núria Espert, que, muy emocionada, recitó a Cavafis, la soprano Montserrat Caballé, incapaz de proferir una nota, el dramaturgo Josep María Benet i Jornet… todos ellos acompañados como telón de fondo por "La Traviata" y las bandas sonoras de "Sinuhé el egipcio", film que deleitaba al escritor, "Blancanieves y los siete enanitos" y "Peter Pan". Sobre el féretro había una fotografía de Marilyn Monroe y ocho rosas rojas, depositadas por las ocho personas que habían intervenido en una emotiva ceremonia celebrada en el Saló de Cent del Ayuntamiento de Barcelona el día anterior. Junto a ellas, un paquete de Ducados y un encendedor, dejado por Inés González, su secretaria. Su gran amiga de juventud, la asímismo escritora y periodista Maruja Torres, declaró que Terenci había expresado como último deseo que a su ceremonia fúnebre no asistieran políticos de CIU y PP, para demostrar su rechazo contra la guerra de Irak. Por la tarde fue incinerado en Les Corts y sus cenizas, según explicó su secretaria, "las esparciremos por tres sitios diferentes: una parte en la calle Ponent, del Raval; otra en Alejandría, su ciudad mítica; y otra, en la aldea de Deir-el-Medina, a orillas del Nilo, el antiguo poblado de los artesanos que decoraban las tumbas del Valle de los Reyes".
En 2005 se instituyeron los Premios Internacionales Terenci Moix de Literatura, Cine, Música y Artes Escénicas, creados para mantener viva su memoria, así como para subrayar los valores asociados a su figura, como la defensa de los derechos humanos y la lucha contra las injusticias sociales. Se siguieron entregando durante nueve años, hasta 2013, y después de la muerte de Ana Maria Moix en 2014, una de sus principales impulsores, se cancelaron.


1 comentario:

  1. Garras de astracán y el amargo don de la belleza... Definitivamente
    Me han marcado ..yo adore a T.moix

    ResponderEliminar