sábado, 23 de septiembre de 2017

Maria Callas - Ah, non credea mirarti ("La sonnambula", Bellini)

VINCENZO BELLINI (Catania, Reino de las dos Sicilias, 3-11-1801 / Puteaux, Reino de Francia, 23-9-1835): IN MEMORIAM

Hoy es aniversario del fallecimiento del compositor italiano de ópera Vincenzo Bellini. Con él se culmina lo que se ha dado en llamar bel canto, que se caracteriza por la belleza y el refinamiento en el fraseo y la musicalidad así como por la precisión y agilidad en la vocalización. El bel canto, que tuvo sus inicios con Gioacchino Rossini y siguió con Gaetano Donizetti, alcanzó con Bellini su quintaesencia y máximo esplendor. Artista meticuloso, su música, compuesta para virtuosos del canto, minimiza las diferencias clásicas entre arias y recitativos, manteniendo la tensión dramática, y permite a la voz un excepcional lucimiento, pero no la utiliza como un modo de exhibición, sino que la ajusta al texto, iniciando así el tránsito a un modo mucho más realista de componer ópera, tendencia que seguirán los compositores que más tarde le sucederían. En su corta vida fue autor de diez óperas, entre las que las más conocidas son La sonnambula, Norma e I puritani, consideradas sus obras maestras, que le señalan como el compositor romántico italiano más genuino de la primera mitad del siglo XIX.
Hijo de un  organista, Vincenzo Bellini recibió su primera formación músical a través de su padre y, sobre todo, de su abuelo, que era compositor y supo ver claramente la capacidad que tenía su nieto para la música. Fue un niño precoz que a los diez años ya había compuesto algunas piezas de carácter religioso y obritas de salón. Gracias a una beca del Duque de Sammartino, ingresó en 1819 en el Conservatorio di San Sebastiano en Nápoles, donde estudió armonía, contrapunto y composición. Su capacidad creativa era espectacular y lo demostraría sobradamente más adelante.
Después de componer música sacra y de cámara, además de varias obras sinfónicas entre las que se cuenta un Concierto para oboe, se inclinó a la composición de óperas. Bellini fue un gran seguidor y amigo de Gioacchino Rossini y su influencia es evidente sobre todo en sus primeras obras, pero pronto adquiriría su propio estilo, que se define por una gran pureza vocal, conseguiendo agradar y emocionar de manera extraordinaria a partes iguales. En el Conservatorio de Nápoles presentó su primera ópera Adelson e Salvini (1925), a cuyo estreno asistió Domenico Barbaja, el empresario del Teatro San Carlo de Nápoles y de La Scala de Milán. Barbaja le encargó su segunda ópera, Bianca e Fernando (1926), que se estrenó en Nápoles y lo llevó a Milán para el estreno de la tercera, que fue Il pirata (1827), ópera que le dió la fama definitiva. En esta ópera, se inició la colaboración de Bellini con el libretista Felice Romani, de notable prestigio por haber sido colaborador de Rossini y Donizetti. Posteriormente compuso La straniera (1829), que tuvo una buena acogida, aunque no así la siguiente, Zaira (1829), que fracasó en su estreno en la ciudad de Parma. Sin embargo, este tropiezo no interrumpió la progresión ascendente de Bellini, que demostró su gran creatividad en sus siguientes óperas: Capuletti e Montecchi (1830), La sonnambula (1831) y la grandiosa Norma (1931). Estas dos últimas se convirtieron pronto en sus dos óperas más populares y le dieron fama internacional. Particularmente Norma es su obra más difundida, en la que destaca la bellísima y celebérrima aria "Casta diva", constituyendo el de su protagonista uno de los grandes roles (y probablemente el más difícil) para soprano dentro del repertorio operístico internacional. Durante el siglo XX destacó en este papel María Callas, que fue la más famosa Norma de todos los tiempos y con la que en numerosas ocasiones conquistó los más prestigiosos teatros del mundo.
Volvió a colaborar con Romani en la ópera Beatrice di Tenda (1833), pero compositor y libretista tuvieron un desencuentro y ahí se acabó su fructífera colaboración. Bellini disfrutaba del éxito que sus óperas alcanzaban en ciudades como Londres y, sobre todo, París. En esta última, y aconsejado por Rossini, planeaba la presentación de su siguiente ópera. El libreto de la misma lo elaboró el conde Carlo Pepoli, y en el Théâtre Italien de Paris vió la luz uno de sus mayores éxitos: I puritani (1835), ópera por la que recibió el título de Caballero de la Legión de Honor francesa. Su pasión por la música lo mantenía día y noche ante el piano, lo que afectó a su salud. Ese mismo año, Bellini planeaba regresar a su Italia natal, pero una repentina infección intestinal interrumpió la vida y la carrera de este brillante músico, falleciendo cerca de París a la edad de 33 años. Una muerte que sorprendió a todo el mundo, incluyendo a su amigo Rossini, que pidió incluso que se le practicara la autopsia para constatar que su muerte se debía a causas naturales, como efectivamente así fue. Bellini fue enterrado en el Cementerio parisino Père Lachaise, donde permaneció durante más de 40 años hasta el traslado de sus restos a Catania en 1876.



El estilo lírico de Bellini, caracterizado por una suave melancolía, se manifiesta claramente en La sonnambula, cumbre del belcantismo operístico decimonónico. Prueba de ello es Ah, non credea mirarti, preciosa aria correspondiente al final del Cuadro II del Acto II de dicha ópera. En el video se puede apreciar la delicada y sentida interpretación que Maria Callas hizo de ella en esta grabación televisiva de 1965 con orquesta dirigida por Georges Prêtre.

1 comentario:

  1. Delicada y sentida! Tal cual lo expresa Javi. Escuchar a Maria Callas interpretando a Bellini es siempre un deleite!

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