martes, 28 de marzo de 2017

Eugène Ionesco (Slatina, Rumania, 26-11-1909 / Paris, France, 28-3-1994): In memoriam

REPRESENTACIÓN DEL ABSURDO Y LA CONFUSIÓN EXISTENCIAL

Hoy se cumplen veintitrés años del fallecimiento del dramaturgo y escritor rumano Eugène Ionesco, máximo exponente (con Samuel Beckett) del llamado teatro del absurdo. Uno de los autores teatrales más singulares e innovadores del siglo XX, con un humor mordaz y agudo consiguió trasladar al medio escénico las técnicas expresivas procedentes del surrealismo. De ese modo abrió nuevos caminos al teatro en una sociedad fragmentada y progresivamente dividida en compartimentos estancos, caminos que han sido seguidos por otros autores. Sus aportaciones son trascendentales aunque aún no apreciadas en su justa medida.
Eugène Ionesco era hijo de un abogado rumano y de una francesa. En 1914 se marchó de Rumanía para residir junto a sus padres y su hermana menor en París, donde transcurriría la mayor parte de su infancia. Dos años después el padre volvió a Bucarest cuando Rumania se incorporó a la Primera Guerra Mundial, mientras el resto de la familia permanecía en Francia. Tras finalizar la guerra no tenían ninguna noticia del padre y pensaron que había muerto en el frente. En 1925, y tras el divorcio de sus progenitores, Eugène regresó a su país de origen, quedando bajo custodia paterna. En Bucarest estudió la carrera de Letras y en los años siguientes impartió clases de francés al mismo tiempo que daba inicio a su dedicación literaria escribiendo poesía y crítica. En el verano de 1936 contrajo matrimonio con Rodica Burileanu y en el otoño falleció su madre. Dos años después vuelve a marchar a Francia a fin de completar allí su tesis doctoral, adquiriendo el mismo año la nacionalidad gala, pero se queda poco tiempo, pues con el estallido de la Segunda Guerra Mundial retorna a Rumanía, permaneciendo allí entre 1939 y 1942, año en que decide volver a Francia, viviendo en Marsella hasta la liberación de París. En 1944 nacería su hija Marie-France. Finalizada la contienda se establece con su familia en la capital francesa. La vida es difícil y el trabajo escaso en aquella etapa. Ionesco trabaja como corrector de pruebas para un editor administrativo. Entre 1945 y 1949 traduce los trabajos de Urmuz, poeta rumano precursor del surrealismo, de la literatura del absurdo y de la anti-prosa. Se empleó en una editorial, después en un banco y empezó una tesis doctoral sobre la muerte en la poesía francesa, que no terminaría. Se relacionó con el grupo de la revista literaria Cahiers du Sud antes de dedicarse por entero a su producción dramática.
Admirador de patafísicos, dadaístas y surrealistas, sus obras teatrales describen la ridícula y fútil existencia humana en un universo totalmente impredecible, en el cual, debido a sus innatas limitaciones, las personas son incapaces de comunicarse entre sí. Su pesimismo existencial forma parte de la base del teatro del absurdo, movimiento teatral que se lamenta de la falta de sentido de la condición humana. A pesar de las serias intenciones de Ionesco, sus obras rezuman humor y abundan en ellas las escenas cómicas. En este teatro de vanguardia, que introduce obras de un sólo acto, Ionesco y otros autores utilizan recursos tales como el ambiente sofocante, el lenguaje sin sentido y las situaciones ilógicas para enfatizar la extrañeza, la alienación y el aislamiento humanos. En todo caso, su principio esencial es subvertir los procedimientos de trasposición literal de la realidad.
En 1950 se representó su primera obra, La cantante calva (1948), que pese a no ser un éxito entonces, le granjeó la amistad de intelectuales como André Breton, Luis Buñuel, Jean Anouilh, Raymond Queneau y otros. Se trata de una sátira contra el modelo de familia burguesa de la época, que exagera algunos aspectos de la vida cotidiana con el fin de demostrar la falta de sentido del diálogo entre los personajes: éstos forman un gran galimatías al hablar y se muestran incapaces de comunicarse unos con otros de manera efectiva. Ionesco utiliza la misma técnica en La lección (1950), en la cual, un profesor lunático asesina a sus alumnos. En Las sillas (1952) dos ancianos hablan con dos personajes inexistentes. Amadeo o cómo salir del paso (1953) trata sobre una pareja dentro de la cual los sentimientos que una vez tuvieron el uno hacia la otra, muertos ya, van produciendo un cadáver que crece amenazadoramente hasta que consigue atraparlos a ambos. El nuevo inquilino (1956) se centra en un personaje confinado en el espacio de un sillón. En El rinoceronte (1959), quizá su obra más conocida, los habitantes de una pequeña ciudad se transforman en rinocerontes. El personaje principal, prototipo del hombre normal al comienzo de la obra, va siendo apartado de la vida de la pequeña sociedad de su ciudad a medida que lucha contra el conformismo de sus habitantes. En El rey se muere (1962) un hombre con una vida de excesos a sus espaldas ve como éstos vuelven para rendirle cuentas mientras espera la muerte. La sed y el hambre (1964) retrata a un hombre que, hastiado de un matrimonio estable, busca satisfacción por doquier, aunque sin éxito alguno. Además de otra docena de obras, escribió abundantes textos sobre teatro, memorias, y la novela El solitario (1974).
En 1970 fue elegido miembro de la Academia Francesa y antes y después obtuvo diversos premios literarios, que, en sus últimos años, serían frecuentes, como sería frenética también su actividad en defensa de sus convicciones intelectuales y artísticas por toda Europa y América hasta el momento de su muerte, acontecida a los 84 años.

 

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