sábado, 31 de diciembre de 2016

Miguel de Unamuno (Bilbao, España, 29-9-1864 / Salamanca, 31-12-1936)

LA ANGUSTIOSA PREOCUPACIÓN POR ESPAÑA

Hoy se conmemoran 80 años del fallecimiento del escritor y filósofo español Miguel de Unamuno, cuya obra se compone de relatos cortos, novelas, ensayo, teatro y poesía. De una sagacidad, agudeza e independencia de pensamiento poco frecuentes en la literatura hispánica, es el mejor prototipo del pensamiento filosófico y moral que alienta el trabajo crítico de los escritores de la Generación del 98. Además de la escritura y la docencia, fue conferenciante en el Ateneo madrileño y diversos centros de cultura, colaborando también en gran número de revistas y periódicos de su tiempo. Una de sus frases más célebres era "Sólo el que sabe es libre y más libre el que más sabe. No proclaméis la libertad de volar, sino dad alas".
Miguel de Unamuno y Jugo era hijo de un confitero que falleció de tuberculosis cuando él tenía cinco años. En 1873 se licenció en Filosofía y Letras en la Universidad de Madrid y un año después se doctoró con una tesis sobre la lengua vasca. Trabaja después dando clases, colabora en diversos periódicos nacionales y prepara oposiciones a cátedras de Instituto y Universidad convocadas para cubrir vacantes en diferentes ciudades españolas. A comienzos de 1891 desposó a Concha Lizárraga, de la que estaba enamorado desde niño, y con quien tendría nueve hijos. Tras varios intentos fallidos, en 1891 accedió a la cátedra de lengua y literatura griega en la universidad de Salamanca, en la que desde 1900 hasta su primera destitución en 1914 fue Rector y catedrático de historia de la lengua castellana.
Durante la Primera Guerra Mundial apoyó a los aliados frente a los germanófilos, visitando el frente italiano con Azaña y Américo Castro. Fue candidato a diputado por el partido republicano de Vizcaya y mantuvo un enfrentamiento abierto contra el rey Alfonso XIII, llegando a ser procesado en 1920 por injurias hacia su persona, siendo condenado a prisión y posteriormente indultado.
Inicialmente sus preocupaciones intelectuales se centraron en las cuestiones éticas y los móviles de su fe. Desde el principio trató de articular su pensamiento sobre la base de la dialéctica hegeliana y más tarde acabó buscando en las dispares intuiciones filosóficas de Herbert Spencer, Sören Kierkegaard, William James y Henri Bergson, entre otros, vías de salida a su crisis religiosa. Sin embargo, las contradicciones personales y las paradojas que afloraban en su pensamiento actuaron impidiendo el desarrollo de un sistema coherente, de modo que hubo de recurrir a la literatura, en tanto que expresión de la intimidad, para resolver algunos aspectos de la realidad de su yo. Esa angustia personal y su idea básica de entender al hombre como "ente de carne y hueso", y la vida como un fin en sí mismo se proyectaron en obras como En torno al casticismo (1895), Mi religión y otros ensayos (1910), Soliloquios y conversaciones (1911), Del sentimiento trágico de la vida (1913) o La agonía del cristianismo (1925). Sin embargo, estas obras no parecían abarcar, desde su punto de vista, aspectos íntimos que formaban parte de la realidad vivencial. De aquí que literaturizase su pensamiento primero a través de un importante ensayo sobre dos personajes clave de la literatura universal en la Vida de don Quijote y Sancho (1905), obra en la que, por otra parte y en flagrante contradicción con la tesis europeísta defendida en libros anteriores, proponía "españolizar Europa". Al mismo tiempo, apuntó que la relación entre ambos personajes cervantinos simbolizaba la tensión existente entre ficción y realidad, locura y razón, que constituye la unidad de la vida y la común aspiración a la inmortalidad. El siguiente paso fue la literaturización de su experiencia personal a fin de dilucidar la oposición entre la afirmación individual y la necesidad de una ética social. El dilema planteado entre lo individual y lo colectivo, entre lo mutable y lo inmutable, el espíritu y el intelecto, fue interpretado por él como punto de partida de una regeneración moral y cívica de la sociedad española. Él mismo se tomó como referencia de sus obsesiones del hombre como individuo: "Hablo de mí porque es el hombre que tengo más cerca."
Su narrativa progresó desde sus novelas primerizas Paz en la guerra (1895) y Amor y pedagogía (1902) hasta las maduras La tía Tula (1921) y San Manuel Bueno, mártir (1930). Entre ellas escribió Niebla (1914), Abel Sánchez (1917) y Tres novelas ejemplares y un prólogo (1920), libro que ha sido considerado por algunos críticos como autobiográfico, si bien no tiene que ver con hechos de su vida, sino con su biografía espiritual y su visión esencial de la realidad, es decir, con la afirmación de su identidad individual y la búsqueda de los elementos vinculantes que fundamentan las relaciones humanas. En ese sentido, sus personajes son problemáticos y víctimas del conflicto surgido de las fuertes tensiones entre sus pasiones y los hábitos y costumbres sociales que regulan sus comportamientos, marcando las distancias entre la libertad y el destino, la imaginación y la conciencia.
Su producción poética comprende títulos como Poesía (1907), Rosario de sonetos líricos (1912), El Cristo de Velázquez (1920), Andanzas y visiones españolas (1922), Rimas de dentro (1923) o Romancero del destierro (1927), éste último fruto de su experiencia en la isla de Fuerteventura, adonde fue deportado a comienzos de 1924 por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera y críticas al Rey (aun indultado se exilió en París y Hendaya, no volviendo a Salamanca hasta la caída del dictador en 1930).
También cultivó el teatro: La esfinge (1898), La venda (1899), El pasado que vuelve (1910), Fedra (1918), Soledad (1921), Sombras de sueño (1926), El otro (1932) o su traducción de la Medea (1933) de Séneca. Sus poemas y sus obras teatrales abordaron los mismos temas de su narrativa: los dramas íntimos, amorosos, religiosos y políticos a través de personajes conflictivos y sensibles ante las formas evidentes de la realidad. Su obra y su vida estuvieron estrechamente relacionadas, de ahí sus contradicciones y paradojas.
Considerado como el escritor más culto de su generación, fue sobre todo un intelectual inconformista que hizo de la polémica una forma de búsqueda. En 1931 la República le repone en el cargo de Rector de la Universidad de Salamanca y entre 1931 y 1933 fue diputado electo por esa ciudad. Tras la muerte de su esposa, jubilado desde 1934, es nombrado Rector vitalicio, a título honorífico, de la Universidad salmantina, pero sus manifiestas críticas a la política de la República española y posterior apoyo a la sublevación militar (que él creía regeneraría España) llevaron dos años más tarde a una nueva destitución por el Presidente Azaña y al gobierno rebelde de Burgos a nombrarlo nuevamente Rector de la Universidad de Salamanca, cargo del que finalmente fue destituido por Franco a raíz de su público arrepentimiento por sustentar a los sublevados y al enfrentamiento el 12 de octubre de 1936 con el general Millán-Astray, fundador de la Legión, en el que improvisó el discurso que incluyó la famosa frase "Venceréis, pero no convenceréis". Solo y desolado, sus últimos días transcurrieron bajo arresto domiciliario en su casa hasta su repentina muerte a los 72 años el último día de 1936.


No hay comentarios:

Publicar un comentario