jueves, 24 de marzo de 2016

Mariano José de Larra (Madrid, España, 24-3-1809 / Ibid,13-2-1837): In memoriam

FÍGARO O LA ACTITUD ROMÁNTICA

Hoy es aniversario natal del escritor y articulista Mariano José de Larra, uno de los más destacados prosistas españoles del siglo XIX. Incluido en la generación de escritores románticos más por su temperamento que por su prosa periodística, los males de España son el tema central de su obra crítica. Influido por el neoclasicismo francés, su vida se convirtió, sin embargo, en símbolo de la actitud romántica. A Larra, que sentía un gran amor por su país, "le dolía España". En su corta trayectoria publicó más de doscientos artículos en la prensa, una serie de retratos de la sociedad tremendamente satíricos en los que describe la complacencia, la hipocresía, la vacuidad y la corrupción de la sociedad española.
Hijo de un cirujano militar afrancesado al servicio de José Bonaparte, con la expulsión de las tropas napoleónicas en 1813 su familia hubo de exilarse a Burdeos primero y a París después. Gracias a la amnistía concedida por Fernando VII en 1818, la familia regresó a Madrid, y su padre se convirtió en médico personal de Francisco de Paula, uno de los hermanos del rey.
Larra estudió medicina en Madrid, aunque no llegó a terminar la carrera; en 1825 se trasladó a Valladolid para cursar derecho, estudios que continuaría en Valencia. Al parecer, por esta época se enamoró de una mujer que resultó ser la amante de su padre, lo que fue una dura experiencia para él. En 1828 comenzó una brillante carrera periodística. Sus artículos, de acerado sentido crítico, aparecidos en el folleto mensual El Duende Satírico del Día y que firmaba con el seudónimo «el Duende», le reportaron pronta fama como periodista. Su imagen de agudo observador de las costumbres y de la realidad social, cultural y política, se afianzó con la publicación de su revista satírica El Pobrecito Hablador, en la cual escribió con el seudónimo de Juan Pérez de Munguía. Ambas publicaciones fueron prohibidas por la censura al cabo de poco tiempo.
En 1829 casó con Josefa Wetoret, en lo que fue un matrimonio desgraciado que pronto acabó en separación aunque tuvieron tres hijos. En 1833 inició una nueva etapa de su carrera, con el seudónimo de Fígaro, en la Revista Española y El Observador, donde, además de sus cuadros de costumbres, insertó crítica literaria y política al amparo de la relativa libertad de expresión propiciada por la muerte de Fernando VII; son famosos sus Artículos de costumbres o escenas de la vida española, entre los que figuran Vuelva usted mañana, El castellano viejo, Entre qué gentes estamos, En este país y El casarse pronto y mal, entre otros.
En 1834 publicó la novela histórica El doncel de don Enrique el Doliente y estrenó la pieza teatral Macías, ambas basadas en la trágica vida del poeta medieval Macías y en sus amores adulterinos, argumento que, en cierta manera, reflejaba la relación adúltera que en aquellos momentos mantenía Larra con Dolores Armijo. En 1835 emprendió un viaje a Portugal, Londres, Bruselas y París, donde conoció a Victor Hugo y Alexandre Dumas. De regreso en Madrid, trabajó para los periódicos El Redactor General y El Mundo. En esta época, la preocupación política dominaba en sus escritos. Además, decidió intervenir en la política activa a favor de los conservadores, e incluso llegó a ser elegido diputado por Ávila en 1836, aunque el motín de La Granja impidió que entrara en funciones.
Su creciente desaliento e inconformidad ante los males que asediaban a la sociedad española y el dolor que le produjo su separación definitiva de Dolores Armijo, quedaron reflejados en su escrito El día de difuntos de 1836, publicado en El Español, y en el que detrás de su habitual ironía aparecía un hondo pesimismo. Tras una nueva discusión con Dolores Armijo, se suicidó de un pistoletazo en su domicilio, a los 27 años. Aunque no compartió los postulados literarios del romanticismo, su agitada vida y su muerte lo acercan a los ideales y modelos románticos. Su figura sería reivindicada, años más tarde, por los integrantes de la Generación del 98.

Mariano José de Larra por José Gutiérrez de la Vega, 1835

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