jueves, 17 de septiembre de 2015

Alejandro Casona (Besullo, Asturias, España, 23-3-1903 / Madrid, España, 17-9-1965): In memoriam

TEATRO POPULAR EN EL EXILIO

Hoy se conmemora el 50 aniversario del fallecimiento del dramaturgo español Alejandro Casona, conocido también como "El Solitario". Autor de un teatro de ingenio y humor que mezcló sabiamente fantasía y realidad, su obra alberga un carácter simbolista que procura la evasión, aunque observando siempre un tono experimental. Su producción, poéticamente rica, no empleó sin embargo en absoluto la construcción en verso. Exilado de España desde febrero de 1937, residió en varios países latinoamericanos para acabar estableciéndose en Argentina desde 1939 hasta 1962, donde publicó y estrenó con éxito la gran mayoría de sus obras, representadas posteriormente en todo el mundo. También escribió guiones para el cine argentino. De regreso a España, las obras de Casona triunfaron en los escenarios de todas sus regiones. Falleció en Madrid a los 62 años.
Alejandro Rodríguez Álvarez (su nombre real) era nieto de un herrero e hijo de maestros de escuela que cambiaban a menudo de residencia según les destinasen. Criado en una vieja casa solariega que, por ser la más grande de la aldea, todos llamaban "la casona", adoptaría de adulto tal apelativo como seudónimo. Cursó estudios en la universidades de Oviedo y Murcia, y en la Escuela Superior de Magisterio de Madrid. En 1928 se casó con Rosalía Martín Bravo, matrimonio del que nació Isabel, su única hija.
Casona se inició en el mundo teatral dirigiendo una compañía de aficionados, el Teatro de las misiones pedagógicas, formada por los alumnos del instituto del Valle de Arán, del que era profesor. La enseñanza constituyó, ciertamente, una faceta importante en la primera etapa de su vida, ya que fue nombrado inspector de Enseñanza Primaria durante la República, y publicó una primera obra de teatro infantil, El pájaro pinto.
Después de una breve incursión en el campo de la poesía -La flauta del sapo (1930)- en 1932 publicó Flor de leyendas, colección de leyendas clásicas y medievales, que le valió el Premio Nacional de Literatura y, en 1934 -año en que decidió dedicarse por completo a la dramaturgia-, La sirena varada, por la cual recibió el Premio Lope de Vega y que fue estrenada por Margarita Xirgú.
Su teatro rompió los moldes estilísticos establecidos en el teatro predominante naturalista de la época, e introdujo materiales nuevos para conformar sus personajes, tales como la investigación psicológica y la fantasía. La gran preocupación del autor fue dotar en todo momento de una gran dimensión poética a su teatro. Antes de la guerra civil publicó aún dos obras: Otra vez el diablo (1935), y Nuestra Natacha (1936), obra dominada en su temática por inquietudes políticas de reforma social.
Al inicio de la confrontación fratricida, Alejandro Casona se trasladó a México en primer lugar, donde publicó Prohibido suicidarse en primavera (1937), en la que introdujo su tema favorito de "la casa de los sueños" como lugar en el que las ilusiones y la realidad se confrontan. Posteriormente, se estableció de forma definitiva en Buenos Aires, desde donde cosechó un gran éxito internacional. En el exilio maduró su expresión y dominó perfectamente los recursos teatrales propios de la línea por él emprendida.
Allí vieron sucesivamente la luz Las tres perfectas casadas (1941) y La dama del alba (1944), tal vez su obra más representativa, en la que el tema de la muerte está tratado con hondura delicada y notable gravedad. Le siguieron La barca sin pescador (1945), La molinera de Arcos (1947), Los árboles mueren de pie (1949), La llave en el desván (1951), Siete gritos en el mar (1952), La tercera palabra (1953), Corona de amor y muerte (1955), La casa de los siete balcones (1957), Tres diamantes y una mujer (1961), Carta de amor de una monja portuguesa (1962) y Retablo jovial (1962), recopilación de cinco farsas compuestas durante sus años de instituto: Sancho Panza en la Ínsula, Entremés del mozo que casó con mujer brava, Farsa del cornudo apaleado, Fablilla del secreto bien guardado y Farsa y justicia del Corregidor.
Su tardía vuelta a España, en 1963, aún le dio tiempo a estrenar una última obra, El caballero de las espuelas de oro (1964), sobre la figura de Quevedo, personaje interpretado por José María Rodero. Sus valores teatrales y literarios, así como poéticos y humanos, lo destacan como uno de los grandes autores de la escena española e iberoamericana del siglo XX.

(Informe procedente, con modificaciones, de la página Biografías y Vidas)



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