jueves, 20 de agosto de 2015

Lina Morgan (Madrid, España, 20-3-1937 / Ibid, 19-8-2015): R.I.P.

LA CÓMICA ESPAÑOLA MÁS QUERIDA

Lina Morgan ha sido la cómica española más querida en los últimos cuarenta años. Desde su debut escénico a los trece años, y tras su paso prolongado por el mundo de la revista actuando junto a actores como Tony Leblanc, Miguel Gila, Ángel de Andrés o Juanito Navarro, fue reclamada por el cine más popular y a partir de los años 70 se convirtió en una estrella. Soltera durante toda su vida, progresivamente fue creando un castizo personaje de falsa ingenua sexualmente reprimida que hacía las delicias del público con su exagerada gesticulación autoparódica. En la revista Pura metalúrgica (1975), donde formó pareja artística con Florinda Chico, presentó por primera vez su canción emblema, "Gracias por venir", con tanta repercusión popular que hubo de incorporarla a sucesivos espectáculos escénicos, estrenados con éxito multitudinario siempre en el madrileño Teatro La Latina, del que fue empresaria desde 1978 y propietaria durante diecisiete años. Entre los premios que recibió figuran la Medalla al Mérito en el Trabajo (1984), la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes (1999), y la Gran Cruz como Dama de la Orden del Dos de Mayo de la Comunidad de Madrid (2010). El 18 de noviembre de 2013 ingresó por una neumonía en el Hospital madrileño Beata María Ana, donde pasó diez meses sin recibir visitas, salvo las de su asistente Daniel Pontes y su chófer. De allí fue trasladada a la residencia geriátrica madrileña de Los Nogales, en la que permaneció hasta que su casa estuvo acondicionada para volver a ella y recibir allí la atención médica adecuada. En ella ha fallecido esta madrugada.

Informe biográfico procedente del periódico El País: 

La actriz Lina Morgan, conocida especialmente por su faceta cómica, ha fallecido en su domicilio del madrileño barrio de Salamanca a los 78 años después de varios meses de enfermedad, que la mantuvieron internada en un hospital, del que salió el año pasado. Lina Morgan abarrotó teatros y salas de cine, logró el máximo de espectadores en televisión y fue una estrella en el mundo del espectáculo popular español.
Nacida en Madrid en 1937, en el seno de una familia modesta, su padre, un oficial de sastrería, la hizo trabajar de niña ayudando a coser uniformes militares. Fue la etapa de la posguerra que ella prefería no recordar. Su ilusión infantil era la de ser "artista", y especialmente en el teatro La Latina, muy cercano a la casa en la que había nacido. Así lo recuerda una placa que es frecuente ver fotografiada por los transeúntes.
La niña consiguió con rapidez subir a un escenario. A los 13 años entró a formar parte de la compañía infantil Los chavalillos de España, y a los 16 fue contratada en la compañía de revistas de Matías Colsada, precisamente en La Latina. Para ello, la joven tuvo que falsificar su fecha de nacimiento, al ser aún menor de edad, circunstancia que aprovechó para cambiar también su auténtico nombre, María de los Ángeles López Segovia, por el más sonoro de Lina Morgan. A pesar de su corta estatura, inadecuada para la revista, su ascenso fue imparable, no como vedette sino como actriz cómica.
Vinculada profesionalmente al hilarante Juanito Navarro, una pareja en la que interpretaban casi siempre a un padre y su hija, se posicionó con fuerza en el mundo del espectáculo formando pocos años después su propia compañía. Muy popular en programas de televisión, atrajo fácilmente la atención del público. Seguramente estuvo influida por la argentina Nini Marshall, que hizo popular el personaje Cándida, una criada española con la que la caricatura alcanzó puro disparate. Lina Morgan se contoneaba como ella de forma estrambótica, torcía las piernas de manera asombrosa, dada cabriolas inesperadas cuando bailaba o hacía muecas de auténtica payasa, mientras sus personajes fingían ser ingenuos, siendo en realidad avispados y astutos. La mayoría de ellas, eso sí, sufrían grandes dificultades para las relaciones amorosas. Era el patito feo.
Sus trabajos en el cine se fueron pareciendo paulatinamente a los que hacía en teatro. Apareció por primera vez en 1962 en Vampiresas 1930, y tras otras intervenciones breves logró ser la protagonista de Soltera y madre en la vida (1969), a cuyo éxito siguieron en los años setenta La tonta del bote (1970), La graduada (1971) La descarriada (1972), La llamaban la madrina (1973), Los pecados de una chica casi decente (1975) Entre ellas destacan dos melodramas curiosos: Una pareja… distinta (1974), en la que interpretaba a una mujer barbuda, e Imposible para una solterona (1976), en la que daba vida a una infeliz mujer gorda. Fueron dos películas sin éxito: el público prefería que hiciera reír.
Mientras tanto, Lina Morgan había alcanzado el viejo sueño de ser la propietaria del para ella mítico teatro La Latina, en el que durante años fue la única estrella. Fue su dueña entre 1983 y 2010. Aún conservaba allí su despacho y su palco. A pesar de ciertos altibajos, mantuvo en cartel cada obra varias temporadas: El cuento de la lechera (1973-1974), Pura metalúrgica (1975-1976), Casta ella, casto él (1976-1977), La Marina te llama (1977-1980), ¡Vaya par de gemelas! (1980-1983), ¡Sí, al amor! (1985-1987), El último tranvía (1987-1991) Se despidió de la escena en 1993 con Celeste... no es un color (1991-1993) tras haber sufrido un desprendimiento de retina que sin embargo no le impidió regresar a los escenarios. Fue más decisivo para su retirada el fallecimiento de su hermano José Luis López, su amigo, productor y manager, una ausencia que Lina no supo superar. Dejó por tanto de oírse en La Latina la canción con la que una y otra vez comenzaba sus espectáculos: "Agradecida y emocionada solamente puedo decir: gracias por venir…".
Gracias a sus programas de televisión (inolvidable el tango que bailó con Marcello Mastroianni), sus películas y las grabaciones de sus espectáculos teatrales, la imagen de Lina Morgan se mantendrá en la memoria colectiva como la de una artista simpática y entrañable, una mujer luchadora y también discreta: su vida privada perteneció sólo a ella. Nos hizo reír y nos enterneció, como hacía Charlot, que fue a quien ella siempre quiso parecerse.


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