martes, 21 de julio de 2015

Ernest Hemingway (Oak Park, Illinois, US, 21-7-1899 / Ketchum, Idaho, US, 2-7-1961): In memoriam

ENTRE LA AVENTURA Y LA TRAGEDIA

Hoy es aniversario natal del escritor estadounidense Ernest Hemingway, cuya obra, considerada ya clásica en la literatura del siglo XX, ha ejercido una notable influencia tanto por la sobriedad de su estilo como por los elementos emocionales y trágicos y el retrato de la época que representa. Su vida aventurera le enfrentó en varias ocasiones con la muerte. Uno de los escritores fundamentales del periodo de entreguerras, recibió el premio Nobel de Literatura en 1954. Bastantes de sus obras han sido llevadas (con desigual fortuna) al cine. Para muchos, es uno de los escasos autores míticos de la literatura contemporánea.
Ernest Miller Hemingway fue el segundo hijo del matrimonio entre Grace Hall, cantante y profesora de música, y de Clarence Edmonds Hemingway, un médico aficionado a la caza y la pesca. Su madre era ambiciosa e independiente, y su padre severo y profundamente religioso. Su progenitor se suicidaría en 1928 a causa de a una enfermedad incurable. A pesar de la desahogada posición económica de su familia, no tuvo una infancia muy feliz. En su adolescencia destacó en varios deportes, sobresaliendo en las clases de inglés. A los dieciseis años publicó su primer artículo en el periódico de su escuela. Tras graduarse, renunció a entrar en la universidad y consiguió trabajo en el rotativo Kansas City Star. Aunque sólo se quedó allí durante seis meses, el estilo del periódico a base de frases directas, párrafos cortos y lenguaje vigoroso y sin rodeos constituyeron la base de su escritura posterior.
Cuando su país decidió intervenir en la I Guerra Mundial, quiso alistarse en el ejército pero una antigua herida en el ojo se lo impidió. Entró en la Cruz Roja y se convirtió en conductor de ambulancias en el frente italiano, donde, además de conocer al escritor John Dos Passos, con quien mantendría una rocosa relación de amistad durante décadas, resultó herido de gravedad por fuego de mortero de la artillería alemana antes de cumplir los 19 años, lo que valió la Medalla de Plata al Valor Militar del gobierno italiano. Durante su convalecencia de seis meses en un hospital de Milán se enamoró de la enfermera Agnes von Kurowsky, siete años mayor que él, con quien planeó casarse. El rechazo posterior de ella le provocó una profunda depresión. 
De regreso a los Estados Unidos después de la guerra, se trasladó a Chicago, volvió al periodismo como corresponsal del Toronto Star y en 1921 contrajo matrimonio con Hadley Richardson, ocho años mayor que él; ambos viajaron a Europa, estableciéndose en París. Capital cultural del mundo de entonces, allí el joven Ernest conoció a escritores como Ezra Pound, James Joyce y Gertrude Stein. En los salones de esta última en Monparnasse trató a otros escritores expatriados (la llamada "generación perdida") y a pintores como Pablo Picasso, Joan Miró y Juan Gris. Si bien continuó con su trabajo como corresponsal (cubrió la guerra greco-turca, donde presenció la quema de Esmirna), sus nuevas amistades, en especial su mentora Stein, estimularon sus deseos de convertirse en escritor. Su propio periodismo, por otra parte, también influyó en el reportaje y las crónicas de los corresponsales futuros. A finales de 1922 su esposa perdió una maleta en una estación de tren con casi todos los manuscritos que Hemingway había completado hasta ese momento y el joven escritor tuvo que empezar de nuevo casi desde cero. Al año siguiente la pareja regresó a Toronto, donde en octubre nació su primer hijo, John. Para entonces se había publicado su primer libro, Tres relatos y diez poemas (1923). Poco después la familia regresa a Europa y se instala en un nuevo apartamento en París. En julio visitó por primera vez las fiestas de San Fermín en Pamplona, España, donde quedó fascinado por la corrida de toros, regresando allí los tres años siguientes. Entre sus primeros libros se encuentra también En nuestro tiempo (1925), del que su relato "Campamento indio" fue muy elogiado. La lectura de "El gran Gatsby" de Scott Fitzgerald, a quien había conocido poco antes, y sus estancias en Pamplona  impulsaron a Hemingway a escribir su primera novela importante, Fiesta (1926), en la que se cuenta la historia de un grupo de norteamericanos y británicos, integrantes de la "generación perdida", que vagan sin rumbo fijo por España y Francia. El libro obtuvo una gran acogida y cimentó su reputación de joven escritor con talento. Por ese tiempo su matrimonio con Hadley se había deteriorado, en gran parte debido a la nueva relación de Ernest con la periodista Pauline Pfeiffer. Brevemente de vuelta en su país, en enero de 1927 Heminway se divorció de Hadley y en mayo se casó con Pauline, para lo cual el escritor hubo de convertirse al catolicismo.
Durante su luna de miel en la Riviera francesa contrajo la enfermedad del ántrax y escribió Hombres sin mujeres (1927), que incluye el antológico relato corto "Los asesinos". Ya en éste es visible el estilo de narrar que lo haría famoso y maestro de varias generaciones. El relato se sustenta en diálogos cortos y lacónicos que van creando un suspense invisible, como si lo que sucediera estuviera oculto o velado por la realidad. El autor explicaba su técnica con el modelo del iceberg, que oculta la mayor parte de su materia bajo el agua, dejando visible sólo una pequeña parte. Otros relatos de parecida factura también son antológicos, como "En otro país" y "Colinas como elefantes blancos". En algunas de sus mejores historias hay un vago elemento simbólico sobre el que gira el relato, como una metáfora que se desarrolla en el plano de la realidad.
En 1928 Ernest y Pauline dejaron París poco después de un accidente doméstico que el escritor sufrió en el baño de su casa, que le dejó una prominente cicatriz en la frente para el resto de su vida. Tras anunciar que nunca más volvería a residir en una gran ciudad, él y su esposa viajaron a Kansas City, donde nació su hijo Patrick, y por consejo de Dos Passos, se establecieron en Key West, Florida. A finales de ese año recibió en Nueva York un cable con la noticia del suicidio de su padre, enfermo de hemocromatosis (deterioro mental y fisico que él también padecería), lo que le supuso un durísimo golpe. Poco antes había enviado una carta a su padre diciéndole que no se preocupara por las dificultades financieras, pero la carta llegó minutos después del suicidio. El escritor comentó entonces que probablemente acabaría del mismo modo (como así sería).
La publicación de Adiós a las armas (1929), novela bélica y sentimental desarrollada en Italia durante la guerra, estableció a Hemingway como gran escritor americano. Ese mismo año, fruto de una nueva estancia en España, también apareció Muerte en la tarde (1929), ensayo sobre el arte de la tauromaquia, tema que siempre le apasionó porque creía que la corrida era "de gran interés trágico, por tratarse literalmente de vida o muerte".
Durante la década de los años 30, Hemingway pasó los inviernos en Key West y los veranos en Wyoming, lugares en los que desarrolló sus aficiones por la pesca y la caza inculcadas en su infancia por su padre. En noviembre de 1930 se rompió un brazo en accidente automovilístico, fractura que requirió siete semanas de hospitalización y de la que tardó un año en recuperarse. Su tercer hijo, Gregory, nació a finales del año siguiente. Su temperamento inquieto le impulsó a viajar de nuevo a Europa y a Cuba y en 1933, junto a Pauline, participó en un safari por varios países de Africa oriental. En ese año se publicó un nuevo libro de relatos en el que describe las desgracias de los europeos, El ganador no se lleva nada (1933), entre los que destaca "Un lugar limpio y bien iluminado". Durante sus estancias africanas Hemingway contrajo disentería y reflejó sus experiencias de caza mayor en Las verdes colinas de África (1935); asímismo los viajes proporcionaron material para los relatos La breve vida feliz de Francis Macomber (1936) y Las nieves del Kilimanjaro (1936). En 1934 compró un bote pesquero (Pilar), con el que navegaría por el Caribe, experiencia que le serviría para su novela Tener y no tener (1937), publicada mientras se encontraba en España como corresponsal de guerra, acompañado de la periodista y escritora Martha Gellhorn, su nuevo amor. A preocupaciones anteriores como el fracaso o la impotencia del ser humano, se van añadiendo a su obra las preocupaciones sociales. Decantado por el bando republicano, a finales de 1937 Hemingway escribió en Madrid su única obra de teatro, La quinta columna (1938), condena de las injusticias sociales, económicas y políticas, mientras que la ciudad estaba siendo bombardeada (su propia habitación de hotel resultó afectada). Volvió a Key West durante unos meses y luego regresó a España en dos ocasiones en 1938, donde estuvo presente en la famosa Batalla del Ebro, el último reducto republicano en el frente de la Guerra Civil. Martha y sus vivencias bélicas le inspiraron Por quién doblan las campanas (1940), su novela más famosa y un gran éxito de ventas que restableció definitivamente su reputación literaria. Su tesis se centra en demostrar que la pérdida de libertad en cualquier lugar del mundo es señal de que la libertad se encuentra en peligro en todas partes. Separado de Pauline desde 1939, alquiló una extensa propiedad (Finca Vigía) cercana a La Habana, donde se reunió con Martha. Esta se convertiría en su tercera esposa a finales de 1940 tras el divorcio de Pauline. Con Martha viajó a China a comienzos del año siguiente, país que no fue de su agrado.
Durante la Segunda Guerra Mundial publicó la antología Hombres en guerra (1942) y volvió a ser corresponsal en Europa en 1944. En Londres, distanciado de Martha, una vez más se enamoró de otra mujer, Mary Welsh, corresponsal de la revista Time, y fue de nuevo hospitalizado por una contusión en un accidente automovilístico. En junio de ese año estuvo presente (con la cabeza vendada) en el desembarco aliado en Normandía y en agosto siguiente presenció la liberación de París. Sus intentos de seguir los combates al norte de Francia acabaron con una neumonía contraída a finales de ese año. Acabada la contienda, en 1946 se casó (por cuarta y última vez) con Mary y comenzó a redactar su extensa novela El jardín del edén, exploración de las relaciones de pareja que se publicaría postumamente en 1986. En 1947 fue galardonado con una Estrella de Bronce por su valentía durante la Segunda Guerra Mundial pero también sufrió una serie de accidentes, problemas personales, familiares y enfermedades que le hundieron en la depresión. A consecuencia de accidentes anteriores y de su inmoderado consumo de alcohol durante sus muchos años de bebedor empedernido, su salud se resintió (dolores de cabeza, hipertensión, sobrepeso, diabetes). Durante una estancia en 1948 con Mary en Venecia se enamoró (esta vez platónicamente) de Adriana Ivancich, una joven de 19 años que le inspiró su novela Al otro lado del río y entre los árboles (1950), escrita en Cuba, al igual que El viejo y el mar (1952), galardonada con el premio Pulitzer y que él consideraba su obra maestra. La novela tiene como protagonista a un modesto y anciano pescador de La Habana y algunos críticos han visto en ella la culminación de su obra, porque en su texto confluyen el humanismo y la economía expresiva.
En 1952 emprendió con Mary un nuevo viaje por Africa, saldado con dos graves accidentes aéreos que casi le cuestan la vida. Las múltiples lesiones sufridas incrementaron su deterioro físico y su alcoholismo descontrolado para superar el dolor de las heridas. Cuando en octubre de 1954 recibió el Premio Nobel de Literatura, su estado físico le impidió viajar a Estocolmo a recogerlo, enviando su discurso de aceptación para ser leído durante la ceremonia.
En 1956 regresó a Europa y en París recuperó sus baúles almacenados en el Hotel Ritz desde 1928. Entusiasmado con el hallazgo de sus manuscritos, comenzó en Cuba a dar forma a la obra recobrada en su autobiografía París era una fiesta, acabada en 1959 y publicada de forma póstuma en 1964. También trabajó en otros escritos como Islas en el golfo, publicada en 1970. Nuevamente deprimido y cansado de Cuba, donde el triunfo de la revolución le hizo temer por sus posesiones, abandonó en 1960 la isla para siempre. Al año siguiente su colección de arte y su biblioteca de entre cuatro y seis mil libros, depositada en la bóveda de un banco de La Habana, fueron expropiados por el gobierno castrista. En 1960, aun gravemente enfermo, viajó a España por última vez. A su vuelta Mary lo llevó desde Nueva York a Idaho, donde el año anterior habían comprado una casa en Ketchum. El empeoramiento de su salud obligó a una hospitalización en una clínica en Minessota, donde fue tratado con electro-shocks, lo que se repitió meses más adelante al año siguiente. De vuelta en su casa, dos días después de salir del hospital, Hemingway se suicidó en el sótano donde guardaba sus armas disparándose en la boca con su escopeta favorita. Dejaba sin publicar unas 3000 páginas de manuscritos. Años después su hermana Ursula y su hermano Leicester también se quitaron la vida. 35 años más adelante, su nieta, la actriz Margaux Hemingway, sería la quinta persona en cuatro generaciones del clan familiar en cometer suicidio.
La mayor parte de la narrativa de Ernest Hemingway presenta a un héroe enfrentado a la muerte y que cumple una suerte de código de honor; de ahí que sus protagonistas sean matones, toreros, boxeadores, soldados, cazadores y otros seres sometidos a presión. Tal vez su obra debe ser comprendida como una especie de romanticismo moderno, que aúna el sentido del honor, la acción, el amor, el escepticismo y la nostalgia como sus vectores principales. Sus relatos inauguran un nuevo tipo de realismo que, aunque tiene sus raíces en el cuento norteamericano del siglo XIX, lo transforma hacia una cotidianidad dura y a la vez poética, que influiría en grandes narradores posteriores como Raymond Carver. 
Uno de los personajes de Hemingway expresa: "El hombre puede ser destruido, pero no derrotado". Y uno de sus críticos corrobora: "Es un código que relaciona al hombre con la muerte, que le enseña cómo morir, ya que la vida es una tragedia. Pero sus héroes no aman mórbidamente la muerte, sino que constituyen una exaltación solitaria de la vida, y a veces sus muertes constituyen la salvaguarda de otras vidas". A este tipo de héroe suele contraponer Hemingway una especie de antihéroe, como su conocido personaje Nick Adams, basado en su propia juventud, y que hilvana buena parte de los relatos como una línea casi novelesca. 

(Amalgama de textos de páginas como Biografías y Vidas, Buscabiografías y otras fuentes)

 

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