EN EL BUEN SENTIDO DE LA PALABRA, BUENO
Hoy se cumplen 140 años del nacimiento del gran poeta español Antonio Machado, una de las figuras más emblemáticas de la llamada Generación del 98, de cuyo ideario su obra es expresión lírica y él el miembro más joven. Hombre de gran integridad moral, probablemente el poeta de su época más leído todavía, sus libros de poemas destacan por su emoción, hondura y tono filosófico. Fallecido un mes después de su penoso exilio poco antes de concluir la Guerra Civil española, si García Lorca es el símbolo de la represión militar franquista, Machado lo es de la diáspora subsiguiente.
Antonio Machado Ruiz era el segundo de cinco hijos del folclorista Antonio Machado Álvarez, quien trabajaba como administrador de la casa de Alba, y hermano menor del
también poeta Manuel Machado. Pasó su infancia en Sevilla y en 1883 se
instaló con su familia en Madrid tras ser nombrado su abuelo paterno profesor de la Universidad Central. En la capital española completará su formación intelectual, liberal y progresista, al entrar como alumno en la Institución Libre de Enseñanza. Estos estudios tuvieron que ser interrumpidos en varias ocasiones debido
al fallecimiento de su padre en 1893 y a diversos problemas económicos
que sufrió su familia. En 1893 aparecen sus primeros trabajos en prosa en La Caricatura,
revista que se publicó en Madrid en los años 1892 y 1893. Sus primeros poemas serían publicados en Electra, Helios y otras revistas modernistas, movimiento con el que Machado se sentía identificado cuando comenzó su labor literaria. En 1899 viaja a Francia por primera vez con su hermano Manuel, trabajando como
traductor de español para la Casa Garnier. Su estancia en París le pone
en contacto con los poetas simbolistas franceses, principalmente con Paul Verlaine y con el poeta nicaragüense Rubén Darío. De vuelta a España frecuentó los ambientes literarios, donde conoció a Juan Ramón Jiménez, Ramón del Valle-Inclán y Miguel de Unamuno. Fruto de todo ello es la publicación de su primer poemario Soledades (1903), que le da a conocer en el panorama literario, y donde hace alarde de la estética modernista. No obstante, el autor se distanció de la imaginería decorativa de la escuela
rubeniana para profundizar en la expresión de emociones auténticas, a
menudo plasmadas a través de un sobrio simbolismo. En su siguiente
libro, Soledades, galerías y otros poemas (1907), reedición y
ampliación del anterior, se hizo más evidente el tono melancólico e
intimista, el uso del humor como elemento distanciador y, sobre todo, la
intención de captar la fluidez del tiempo. Al igual que Unamuno, Machado consideró que su misión era "eternizar lo
momentáneo", capturar la "onda fugitiva" y transformar el poema en
"palabra en el tiempo".
En 1907 obtuvo la cátedra de Lengua Francesa en un instituto de Soria, ciudad que marcará su vida y su obra. En la pensión donde vive conoce a Leonor Izquierdo Cuevas, hija de los dueños. Se casan en 1909 (ella tenía 15 años y él 34) y al año siguiente viajan a París con una beca concedida al poeta para perfeccionar sus conocimientos de francés durante un año. Machado aprovechó para asistir al curso que Henri Bergson impartía en el Colegio de Francia. En 1912 Leonor, el gran amor de su vida, enferma de tuberculosis y muere a los tres años de su boda, desdicha que afectó muy profundamente al poeta, pues su matrimonio había sido muy feliz. Poco antes había aparecido la primera edición de Campos de Castilla (1912), que incluía "La tierra de Alvargonzález", el más largo poema de Machado. En este libro se acentúa su meditación sobre lo pasajero y lo eterno, pero no por medio de la autocontemplación, sino dirigiendo la mirada
hacia el exterior, y observando con ojos despiertos el paisaje castellano y
los hombres que lo habitaban (la España que bosteza). Una emoción austera y grave recorre los
poemas de este libro fundamental, que evoca la trágica España negra tan criticada
por la Generación del 98 desde una perspectiva regeneracionista, al
tiempo que describe con hondo patriotismo la decadencia y ruina de
las viejas ciudades castellanas.
Abatido por su reciente viudedad, Machado solicitó su traslado a Madrid, pero el único destino vacante era Baeza (Jaén), donde vivió apesadumbrado los siguientes siete años dedicado a la enseñanza como profesor de Gramática Francesa. Para conseguir escapar de esa población que tanto le disgustaba, Machado se vio obligado a estudiar por libre, entre 1915 y 1918, la carrera de Filosofía y Letras. Con su nuevo título solicitó el traslado al Instituto de Segovia, que en esta ocasión sí se le concedió. En esta ciudad residiría entre 1919 y 1931. Meses después de la proclamación de la Segunda República Española, se adjudicó a Machado, por fin, una cátedra de francés en Madrid, donde a
partir de 1932 pudo vivir de nuevo en compañía de su familia (su madre,
su hermano José, mujer e hijas).
Durante su estancia en Segovia se publicó su siguiente volumen de poemas, Nuevas canciones (1924), intensificando tanto su enfoque reflexivo como la línea sentenciosa de los "Proverbios y cantares" incluidos en el libro anterior. En dicha ciudad alternó la docencia con los encuentros familiares y literarios en Madrid, siendo
nombrado miembro de la Real Academia de la Lengua en 1927, aunque nunca llegó a tomar posesión de su sillón. En 1928 comenzó una relación amorosa con una escritora, una dama de la alta burguesía madrileña casada y con tres hijos, llamada
Pilar Valderrama, a la que el poeta llama en sus versos "Guiomar" (y con la que mantendría encuentros secretos hasta poco antes del llamado Alzamiento Nacional). Ese mismo año se publican sus Poesías completas (1899-1925) y en 1933 Poesías completas (1899-1930), en las que se decanta por una lírica de tema amoroso y erótico inspirada en su pasión por Pilar. Durante esa época asímismo colaboró con su hermano Manuel en varias obras teatrales en verso como La Lola se va a los puertos (1930) o La duquesa de Benamejí (1932).
Entre 1912 y 1926 Machado redactó una serie de apuntes que verían la luz póstumamente con el título de Los complementarios (1957). En este cuaderno, miscelánea de lecturas, esbozos y reflexiones
cotidianas, aparecieron por primera vez sus heterónimos, el filósofo y
poeta Abel Martín y su discípulo, el pensador escéptico Juan de Mairena.
Ambos son personajes imaginarios que permitieron expresar al creador
sus ideas sobre cultura, arte, sociedad, política, literatura y
filosofía, especialmente en el libro Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifo (1936).
Cuando estalló la Guerra Civil española, Antonio Machado se encontraba en Madrid. A diferencia de su hermano Manuel, apoyó con firmeza al bando republicano. Para entonces su salud se hallaba muy deteriorada: padecía pérdida parcial de la visión, úlcera, arterioesclerosis y un enfermedad obstructiva pulmonar crónica. Durante la contienda escribió algunos poemas y varios textos en prosa, parte de los cuales fueron recogidos en La guerra (1937). Se trata de escritos testimoniales enclavados en las circunstancias históricas del momento, entre los que destaca la elegía dedicada a Federico García Lorca: "El crimen fue en Granada". Los avances del ejército franquista le habían obligado a trasladarse junto a su madre, dos hermanos y las familias de éstos, primero a Valencia (desde noviembre de 1936 hasta abril de 1938) y después lo harían a Barcelona. Allí permanecieron desde finales de mayo de 1938 hasta su salida el 22 de enero del siguiente año, ante la inminente derrota final republicana. Trasladado con muchas penalidades y muy enfermo a la población de Colliure, al sur de Francia, Antonio Machado, un hombre culto, humilde y solitario, falleció en esa localidad a los 63 años de neumonía complicada con una gastroenteritis. Aunque durante la huída había desaparecido la maleta que guardaba sus pocas pertenencias, conservó una pequeña caja de madera con un poco de tierra de España para ser enterrado con ella. En un bolsillo de su viejo gabán fue encontrado su último verso: "Estos días azules y este sol de la infancia". Su apenada madre, de 85 años, murió tres días después y fue enterrada junto a él. La tumba que alberga los restos aún es centro de peregrinación para los admiradores del poeta.
Con fecha de 5 de mayo de 1941, Antonio Machado fue expulsado post-mortem del cuerpo de catedráticos de Instituto. Hubo que esperar hasta
1981 para que fuera rehabilitado (con la misma fórmula) como profesor
del instituto Cervantes de Madrid, por orden ministerial de un gobierno democrático.
Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
ya conocéis mi torpe aliño indumentario,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
quien habla solo espera hablar a Dios un día;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día del último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
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Españolito que vienes al mundo
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
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Caminante, no hay camino
Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace el camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante no hay camino
sino estelas en la mar.