lunes, 9 de marzo de 2015

Antonio Molina - Adiós a España

ANTONIO MOLINA (Málaga, España, 9-3-1928 / Madrid, 18-3-1992): IN MEMORIAM

Hoy es aniversario natal del inolvidable cantante español de copla y cante andaluz Antonio Molina. Su impresionante voz, de altísima tesitura, caló muy hondo en la cultura popular de la posguerra en España y aún hoy, canciones suyas como Soy minero o Adiós a España forman parte de la memoria colectiva de millones de españoles.

Informe a partir de las páginas Coveralia y Biografías y Vidas:

Antonio Molina Hoces nació en el seno de una familia muy humilde. Pronto tuvo que ponerse a trabajar en diversos oficios para contribuir a la maltrecha economía familiar. Deseando salir del oscuro panorama que presentaba la Andalucía de aquel entonces, se escapó de casa en más de una ocasión, hasta que viajó a Madrid en busca de fortuna. Ya en la capital, trabajó de tapicero y de camarero, hasta que decidió incorporarse voluntariamente al servicio militar cuando contaba dieciocho años. Ya por entonces destacaba la belleza de su voz entre los que lo conocían, recibiendo algunas clases de canto gracias a la generosidad del maestro Legaza, que confió en sus dotes y le enseñó sin cobrarle. En cuanto se licenció, se dió a conocer en un concurso para noveles, que convocaba Radio España. Ganó el primer premio y le surgió su primer contrato para grabar un disco en La Voz de su Amo, por el que le pagaron algo más de cien pesetas en 1949. Entre los temas que componían el disco estaban El macetero y El agua del avellano, que bien pronto se fueron haciendo populares entre el gran público, que escuchaba las emisiones y programas radiofónicos de discos dedicados, y le abrieron las puertas del éxito que siempre había pretendido en la canción. En 1952 montó su propio espectáculo “Así es mi cante”, en el que llevaba las mejores figuras de la copla y el cante y con el que abarrotaba teatros y plazas de toros, con su voz prodigiosa y un falsete que prolongaba de forma casi inverosímil hasta límites insospechados.
Rodó su primera película, El pescador de coplas (1953) de Antonio del Amo, con Marujita Díaz y Tony Leblanc, en la que cantaba el pasadoble aflamencado Adiós a España, en una secuencia rodada en Sanlúcar de Barrameda, y otros populares cantables como la zambra María de los Remedios o el pasodoble Yo quiero ser mataor. Película y canciones se hicieron enormemente populares. Ya casado y a la espera de ser padre, fue reclamado en Hispanoamérica, donde también se habían editado con fortuna sus discos. Su experiencia americana, sobre todo el tiempo que pasó en Buenos Aires, no hizo sino confirmar la trayectoria ascendente de su carrera. De nuevo en España, estrenó en abril de 1954 el espectáculo "Hechizo", con el que realizó una gira por provincias que le mantuvo ocupado hasta el año siguiente, en que rodó una nueva película, Esa voz es una mina (1955) de Luis Lucía, donde entonaba Soy minero, pasodoble-marcha que se convirtió en su canción insignia, y en octubre presentó un nuevo espectáculo en el teatro Calderón de Madrid, titulado "Garbo". Después rodaría Malagueña (1956) de Ricardo Nuñez, con Lolita Sevilla, y la que supuso su consagración definitiva: La hija de Juan Simón (1957) de Gonzalo Delgrás, basada en un anterior éxito cinematográfico de Angelillo. En esta última cinta, coprotagonizada por María Cuadra, cantaba el pasodoble Soy un pobre presidiario y la milonga La hija de Juan Simón, que daba título a la película. En El Cristo de los faroles (1958), también de Gonzalo Delgrás, interpretaba el pregón El agua del avellano y los tientos Ante la imagen de Cristo. Otras peliculas que protagonizó fueron Café de Chinitas (1960) de Gonzalo Delgrás y Puente de coplas (1961) de Santos Alcocer (en las que rivalizaba con Rafael Farina). En la creación de espectáculos, Antonio Molina fue mucho más prolífico, pues estrenó una media de casi uno por año hasta 1986.
Él fue creador de un estilo propio de cantar copla, basándolo sobre todo en la melodía de su voz cristalina y el portentoso aguante de pecho, que rozaba el minuto en algunas ocasiones. Además de las anteriormente mencionadas, nos dejó grandes versiones de canciones para los anales de la historia de la copla: Te llamaban la Caoba (1952), Una paloma blanca (1954), Cocinero, cocinero (1955), Qué guapa, qué guapa eres (1955), Mi petenera (1955), Tientos del ay, ay, ay (1956), Estudiantina de Madrid (1962), Caballito bandolero (1962), Toros y coplas (1972), Como en España ni hablar (1973), Caminito de mis penas (1974) y un sin fín de títulos que han sido evocados por muchos de sus admiradores, ya que ha sido uno de los intérpretes más imitados por los buenos aficionados. El cantante malagueño se mantuvo en la cima durante al menos tres lustros, siempre en olor de multitudes, entregándose en cada actuación como si fuera la última. Esta total entrega terminó por desgastar sus facultades, que empezaron a resentirse en la década de los sesenta y entraron en progresivo declive a partir de entonces. Aun así, siguió actuando hasta que en 1989 se le diagnosticó una fibrosis pulmonar que lo apartó para siempre de los escenarios, requiriendo asistencia respiratoria mediante botellas de oxígeno durante sus tres últimos años de vida. En 1990 recibió un Disco de Platino en reconocimiento a su trayectoria artística. Para entonces se había retirado al municipio madrileño de Fuencarral, de donde era su mujer, Ángela Tejedor, con quien se casó en 1951 y con la que tuvo ocho hijos, cuatro de los cuales (Ángela, Paula, Mónica y Miguel) se han dedicado también a actividades artísticas, así como su nieta Olivia. Allí falleció arropado por su numerosa familia el 18 de marzo de 1992. Su entierro convocó una multitud de miles de personas. Se fue para siempre Antonio Molina, dejándonos el legado incomparable de su cristalina voz y sus portentosas facultades para mecerla con aquel falsete que, por más que lo imiten, nunca se podrá igualar.



Adiós a España, un tema de Perelló y Montorio, fue el primer éxito masivo de Antonio Molina a partir de que lo interpretase en esta secuencia de la película El pescador de coplas (1953) de Antonio del Amo.

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