domingo, 22 de febrero de 2015

Luis Buñuel (Calanda, Teruel, España, 22-2-1900 / Ciudad de México, México, 29-7-1983): In memoriam

EL CREADOR DE INFIERNOS

Hoy se cumplen 115 años del natalicio del director español Luis Buñuel, uno de los grandes autores y heterodoxos creadores de formas de la cinematografía universal. Original, iconoclasta y abanderado del surrealismo desde su primer film silente, debido a sus convicciones políticas desarrolló su carrera, mayormente y no sin dificultades, fuera de España, primero en México y luego en Francia, alcanzando reputación internacional. Su cine, frecuentemente aderezado con un humor socarrón, está poblado de imágenes oníricas y obsesiones eróticas, recurrentemente fetichistas o de otro tipo, que pretenden sacudir al espectador y obligarle a contemplar la realidad con otra mirada más rebelde y lúcida. Su rechazo de las costumbres y poderes establecidos y del dogma cristiano se convirtió en actitud filosófica, al tiempo que nunca quiso ceñirse a las reglas del relato lógico o verosímil, haciendo confluir sueño y realidad en su obra sin obviar los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. Buñuel, para quien el misterio era 'el elemento esencial de toda obra de arte', fue siempre fiel a sí mismo, desconcertante e irreductible, un auténtico espíritu libre y único.

Semblanza biográfica a partir de la página El Criticón:

Luis Buñuel Portolés era hijo de un indiano que regresó de Cuba enriquecido y se estableció en el pueblo aragonés de Calanda. Allí instaló una ferretería y se casó con una joven de diecisiete años, veintiocho menos que él, con la que tuvo siete hijos, de los cuales, Luis fue el mayor. Cuando éste tenía tres años, su padre se cansó del pueblo y se trasladó a Zaragoza, donde entró en contacto con los círculos intelectuales de la capital, aunque mantuvo la costumbre de veranear en Calanda con toda la familia, con su mujer, sus siete hijos y toda la servidumbre.
Buñuel estudió con los Jesuitas, recibiendo una educación religiosa que le marcaría en su devenir personal y artístico. Contagiado del ambiente familiar, Luis Buñuel confesó haber sido de niño muy religioso y creyente, pero hacia los catorce o quince años cayeron en sus manos libros de Spencer, Kropotkin, Nietzsche y Darwin, especialmente El origen de las especies, y comenzó a perder la fé. Con el tiempo, Buñuel declararía "Soy ateo, gracias a Dios". A los 17 años se trasladó a Madrid para iniciar, por imposición paterna, la carrera de ingeniero agrónomo, instalándose en la Residencia de Estudiantes, en donde entabló amistad con Salvador Dalí, Federico García Lorca y otras destacadas personalidades de la generación del 27. En la capital de España, Buñuel abandonó Ingeniería para comenzar a estudiar Ciencias Naturales y terminar licenciándose en Filosofía y Letras en la rama de Historia en 1924, poco después de fallecer su padre. En aquellos años también se aficionó al boxeo, participando como miembro de la Real Sociedad Gimnástica Española en el campeonato amateur de España de peso pesado, y asímismo al teatro, montando con Lorca y Dalí una parodia de Don Juan Tenorio. Igualmente se interesa por el cine cómico norteamericano y actores como Buster Keaton, Harold Lloyd y Ben Turpin y organiza las primeras proyecciones de cine club en España. Como escritor, colabora con poemas en las revistas Ultra y Horizonte.
En 1925 se trasladó a París, por entonces capital cultural de occidente, donde entró en contacto con la vanguardia intelectual. Muy aficionado al cine, con el incipiente mundo del celuloide en auge fue la visión de la película expresionista Las tres luces (1921), obra de su gran ídolo cinematográfico, el director alemán Fritz Lang, el detonante para que Luis Buñuel comenzara a dedicarse al séptimo arte.
Tras ocuparse como asistente de dirección de Jean Epstein, en la Academia de Cine de París, Buñuel realizó financiado por su madre y en colaboración con Dalí el famoso corto experimental Un perro andaluz (1928), título que se convirtió inmediatamente en pieza revolucionaria y clave en la historia del cine por su inmersión en el estilo surrealista del grupo encabezado por André Breton al que se había adherido. El surrealismo de los años 20 desarrolló una creatividad intelectual plena de imaginería visual que destrozaba los tradicionales conceptos de expresión y narrativa, concediendo una importancia esencial a los mundos oníricos como reflejo de una lógica irracional que dormita bajo la capacidad subsconciente del individuo. La obra clave y comienzo del cine surrealista fue la citada Un perro andaluz, en donde salvajemente se rechazan los valores fílmicos prevalentes y se acometía una nueva forma de narrar dentro de la imaginería surrealista, de extraordinaria fuerza visual, que sirvió para provocar ansiedad en el espectador y para subvertir la realidad cotidiana con una liberada capacidad creativa propia. Aunque el film se consideró escandaloso, fue muy aplaudido en ciertos círculos parisinos.
Su siguiente proyecto, también concebido en principio junto a Dalí, de quien se distanció durante la factura del guión, y realizado con el mecenazgo de los Vizcondes de Noailles, fue La edad de oro (1930), que polémica desde su estreno por su furibundo ataque a la moral y costumbres establecidas,  cinco días después del mismo, provocó el asalto de grupos de extrema derecha a las salas de cine donde se proyectaba. La dimensión del escándalo llevó a las autoridades francesas a prohibir la película y requisar todas las copias existentes, comenzando una larga censura que duraría medio siglo, pues no sería distribuida hasta 1980 en Nueva York y un año después en París.
A fin de familiarizarse con el sistema de producción americano, Buñuel viajó a Hollywood en 1930, contratado como 'observador' por Metro Goldwyn Mayer. Allí conoció a Chaplin y Eisenstein, pero no se plegó a las imposiciones de los productores y pronto abandonó La Meca del cine. Volvió a España en vísperas de la proclamación de la Segunda República. Tampoco duró mucho su alineación en las huestes surrealistas, haciéndose simpatizante del Partido Comunista. Financiado por su amigo anarquista Ramón Acín, a quien le había tocado la lotería, realizó el documental Las Hurdes, tierra sin pan (1933), estremecedor retrato de la pobreza en esa región extremeña, que también escandaliza a la derecha y a la Falange Española, siendo prohibido por la débil República por considerarlo 'denigrante'. En 1934 contrajo matrimonio con Jeanne Rucar, una profesora francesa de gimnasia, con quien tendría dos hijos: Juan Luis y Rafael. Luego de trabajar para Warner y Paramount como director de doblaje, funda en 1935 la productora Filmófono, que produjo películas como Don Quintín el amargao o La hija de Juan Simón, títulos que él despreciaba pero que, al tener éxito, consolidaron su posición en la industria, aun por poco tiempo, debido al estallido de la Guerra Civil. Fiel a la República, durante la contienda trabajó en la Embajada Española en París en labores de protocolo, información y propaganda. Acabada la guerra, desempleado y en dificultades económicas, acepta trabajar para el Museo de Arte Moderno de Nueva York en 1941 como supervisor de documentales y solicita la ciudadanía estadounidense, pero dos años después es despedido tras la publicación en inglés de La vida secreta de Salvador Dalí, libro que contiene información que le perjudica y que significó la ruptura definitiva con el pintor catalán.
Vuelve a Hollywood, donde trabaja como jefe de doblaje para Warner y posteriormente conoce al exilado productor francés de origen ruso Oscar Dancigers, para quien rodaría su primera película ('alimenticia', como el propio Buñuel la llamó), Gran Casino (1947), con Jorge Negrete y Libertad Lamarque, que fracasó, por lo que el director estuvo a punto de abandonar el cine, viéndose obligado a sobrevivir de las remesas económicas enviadas por su madre. Por fortuna, Dancigers le propuso dirigir El gran calavera (1949), con guión de Luis Alcoriza, futuro colaborador y amigo, que tuvo un aceptable éxito, lo que junto a la consecución de la nacionalidad mexicana, le hizo establecerse en México como cineasta. Su primer proyecto personal fue Los olvidados (1950), película que, aunque no gustó demasiado en México por su crudeza en retratar la miseria suburbana, le hizo acreedor al premio al mejor director en el Festival de Cannes de 1951 y supuso su redescubrimiento internacional, quedando como una de las mejores obras de su carrera. Después estrenó Susana, demonio y carne (1951), La hija del engaño (1951), Una mujer sin amor (1951), Subida al cielo (1951), El bruto (1952), Él (1953), La ilusión viaja en tranvía (1954) y Abismos de pasión (1954), películas de producción modesta en las que, bajo su apariencia de melodramas populares, Buñuel fue configurando su muy personal estilo y visión de conflictos humanos y sociales y aumentando su control creativo. Siguieron su primer título en inglés, la co-producción mexicano-estadounidense Robinson Crusoe (1954), Ensayo de un crimen (1955) y El río y la muerte (1955). En 1955 firmó un manifiesto en contra de la bomba atómica estadounidense, lo que, unido a su apoyo a la revista antifascista España Libre, supuso su inclusión en la lista negra estadounidense hasta 1975.
El cine de Buñuel, original, simbólico, con toques surreales, abordó diversos géneros y subgéneros, como farsas, sátiras, comedias negras, dramas de corte neorrealista o pasionales melodramas, enfocando sus puyas críticas principalmente en el catolicismo y la burguesía. Admirado tanto en Hollywood como en Europa, Buñuel, en muchas ocasiones ayudado en el guión por Luis Alcoriza, trabajó a partir de mediados de los años 50 también en el viejo continente, principalmente en Francia, adonde volvió para rodar Así es la aurora (1956), una producción franco-italiana protagonizada por George Marchal y Lucía Bosè. Más tarde, con capital galo y mexicano estrenó La muerte en el jardín (1956), con Simone Signoret y Charles Vanel. Tras una pausa de tres años, de nuevo en México, filmó Nazarín (1959) con el protagonismo de Francisco Rabal, adaptación de Benito Pérez Galdós, uno de sus escritores favoritos, que fue premiada en el Festival de Cannes, consolidando su prestigio, y Los ambiciosos (1959), co-producción franco-mexicana con la pareja María Félix y Gérard Philipe.
Tras dirigir La joven (1960), drama realizado con producción estadounidense, Buñuel vuelve a España para rodar Viridiana (1961), otra de sus obras capitales. El film, una sátira religiosa con un enfoque pesimista del ser humano y de la caridad cristiana, producido por Gustavo Alatriste y protagonizado por su esposa Silvia Pinal junto a Fernando Rey y Francisco Rabal, después de ganar la Palma de Oro en Cannes se convirtió en un escándalo, siendo de nuevo censurado por la Iglesia Católica que lo consideró sacrílego. L'Osservatore Romano, periódico oficial del Vaticano condenó «la impiedad y blasfemia» de la película y, consecuentemente, el gobierno español prohibió su exhibición y ordenó la destrucción de todos los negativos, cosa que, por fortuna, no consiguió. Buñuel prosigue su carrera en México con El ángel exterminador (1962), película con Silvia Pinal de nuevo como principal protagonista y otra brillante sátira, ahora con la alta burguesía como punto de mira. De nuevo en Francia, Diario de una camarera (1964), con Jeanne Moreau, adaptó de manera estupenda el libro homónimo de Octave Mirbeau. A continuación rodó su última película mexicana, el mediometraje Simón del desierto (1965), una divertida sátira con la religión de nuevo como principal protagonista. La etapa final de su carrera es (salvo en un título) francesa, y en ella pudo trabajar con mayor libertad y más medios. Analizó a la burguesía presentando una imagen completa de la destrucción, el engaño y la falsa apariencia. Catherine Deneuve fue la hermosa protagonista, junto a Jean Sorel y Michel Piccoli, de Belle de jour (1967), drama erótico con ribetes surrealistas que, tras alzarse con el León de Plata en Venecia, se convirtió en su mayor éxito de público y uno de los títulos más sobresalientes de su carrera. Los años 60 concluyeron para Buñuel con La Vía Láctea (1969), film episódico sobre las vivencias de dos peregrinos. Después regresa de nuevo a España, para rodar Tristana (1970) en la ciudad de Toledo, otra adaptación de Galdós, con el protagonismo de Catherine Deneuve, Fernando Rey y Franco Nero, que es designada candidata al Oscar en el apartado de mejor película en lengua extranjera, premio que logrará su siguiente film El discreto encanto de la burguesía (1972), representando a Fancia y producido por Serge Silberman, como lo serían los dos siguientes. Antes de serle concedido el Oscar, el director George Cukor organizó una cena homenaje a Buñuel en noviembre del año 1972, a la que asistieron personalidades tan importantes del mundo del cine como Alfred Hitchcock, George Stevens, John Ford, William Wyler, Robert Mulligan, Robert Wise, Billy Wilder o Rouben Mamoulian, además de Jean-Claude Carrière y Serge Silberman, sus últimos guionista y productor respectivamente. Buñuel concluyó su carrera con El fantasma de la libertad (1974), uno de sus títulos más vanguardistas y Ese oscuro objeto del deseo (1977), película en la que empleó a dos actrices, Angela Molina y Carole Bouquet, para un único papel y Fernando Rey representó como de costumbre las obsesiones sexuales del autor. Este último film fue candidato al Oscar por Francia como película en lengua no inglesa, y tanto Buñuel como su co-guionista Carrière obtuvieron sendas nominaciones por su guión adaptado, a semejanza de lo que había sucedido cinco años antes con el guión original de El discreto encanto de la burguesía. En 1977 Buñuel recibe en México el Premio Nacional de las Artes y se retira del cine.
Pese a todas las circunstancias adversas, su obra completa se caracterizó precisamente por una formidable coherencia y Buñuel concluyó su trayectoria siendo internacionalmente reconocido y galardonado. En 1982 publicó sus memorias, dictadas a Jean-Claude Carrière con el título de Mi último suspiro. Hasta el último día de su vida el cineasta aragonés fue leal a la fiera y ambiciosa estética de su juventud: "Yo quería cualquier cosa, menos agradar". Pero también a un escrupuloso sentido moral, esa gran lección que Luis Buñuel quiso legar al mundo, porque, como él mismo decía, "la imaginación humana es libre, el hombre no".
Luis Buñuel falleció en Ciudad de México, de complicaciones derivadas de un cáncer de próstata, a los 83 años. Sus restos fueron incinerados.

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