viernes, 22 de agosto de 2014

Imperio Argentina - Antonio Vargas Heredia ("Carmen la de Triana")

LA MÁXIMA ESTRELLA DEL CINE ESPAÑOL

Hoy se cumplen once años de la muerte de la mítica actriz y cantante Imperio Argentina, cuyo nombre artístico fue idea del escritor Jacinto Benavente en homenaje a las bailarinas Pastora Imperio y Encarnación López "La Argentinita". De la mano del director Florián Rey se convirtió en la primera gran estrella española de proyección internacional desde comienzos de los años 30. Dotada de una extraordinaria voz lírica y un exquisito gusto para el canto, comenzó interpretando tangos y después también fue pionera en el género luego denominado como copla, en el que ha ejercido una influencia gigantesca que aún perdura en sus cultivador@s actuales. A día de hoy se la reconoce como la gran maestra indiscutible de la canción española. Suyas son canciones emblemáticas como Recordar, ¡Viva Sevilla!, Rocío, La segadora, el carretero, Bien se ve, Echale guindas al pavo, El día que nací yo, Falsa monea, Carceleras del puerto, Los piconeros, Antonio Vargas Heredia, Ole catapum, Coplas de Luis Candelas, María del Carmen o ¡Ay, Maricruz!, esenciales en la memoria popular de muchas generaciones de españoles. También cantó temas de otros estilos, como El manisero, Carioca, Ojos negros, No mires tan lejos, Los ejes de mi carreta, La violetera o El relicario. El maestro Quiroga dijo de ella: "Imperio Argentina era la más completa de todas. Es la que ha cantado más cosas distintas divinamente... con una tesitura de voz mucho más alta que la Piquer. Además sabía bailar muy bien, y tenía un oído de privilegio”. François Truffaut aseguró: "Imperio Argentina es la única estrella refulgente en la historia del cine español". Entre los premios y homenajes que recibió en sus últimos años se cuentan La Medalla de las Artes, Ciencias y Letras de la Villa de París (1988), Medalla de Oro al Mérito a las Bellas Artes (1989), Goya de Honor a toda su carrera (1989), Premio de la Asociación de Cronistas de Prensa en Nueva York (1989), Medalla de Oro de la Universidad Complutense de Madrid (1990), Ciudadana Ilustre de la ciudad de Buenos Aires (1994), Llave de la Villa de Madrid (1996) y más de cien galardones otorgados en tres continentes. A pesar de una vida de servicio al folklore español, no obtuvo la nacionalidad española hasta que el Consejo de Ministros aprobó en 1999 la solicitud que presentó un año antes. Musa en su día de intelectuales y artistas, postergada y redescubierta una y otra vez, sabiéndose una leyenda viviente, siempre quiso seguir en la brecha hasta el final.

Semblanza biográfica procedente (con retoques) de Pronto:

Magdalena Nile del Río nació en Buenos Aires (Argentina) el 26 de diciembre de 1910, aunque otras fuentes fechan su nacimiento en 1906. Su padre, Antonio, era un gibraltareño aficionado a la guitarra, y su madre, Rosario, una actriz malagueña. La pareja tuvo otra hija, Asunción. En 1915, Malena, como la llamaban en casa, acudió con su madre a una actuación de Pastora Imperio y se arrancó a bailar en mitad de un pasillo. El público recibió con una tanda de aplausos el espontáneo gesto de la niña, a la que empezaron a apodar la "Petite Imperio".
La veta artística corría por las venas de Malena, que acompañaba a su padre, cantando y bailando, cuando éste tocaba la guitarra en los animados cafés bonaerenses. Tras debutar profesionalmente a los 15 años en el Teatro de la Comedia de Buenos Aires, decidió estudiar música y tomó clases de baile con la Pavlova. Luego, emprendió una gira con su familia por Argentina, Chile, Bolivia y Perú. 
En Lima la vio actuar Jacinto Benavente, que quedó entusiasmado con el arte de aquella jovencita que tenía una hermosa voz, una enorme simpatía y sabía moverse con elegancia y naturalidad en el escenario. Tanto le gustó al conocido escritor español que la rebautizó como Imperio Argentina. Benavente aconsejó a sus padres que se trasladaran a España, vaticinándoles una prometedora carrera. No se equivocaba el literato. Al año siguiente, la joven artista se presentó en el Teatro Romea de Madrid, donde la aplaudió Encarnación López, "La Argentinita", gran artista de la época que se convirtió en su madrina profesional.
Fue la primera de una larga serie de actuaciones que la llevaron a viajar por toda España. En aquellos años, el cine estaba en sus inicios y la joven Imperio intentó ser actriz. Sus primeras pruebas ante la cámara fueron un desastre hasta que se cruzó en su camino Florián Rey, un joven director que buscaba a una actriz para protagonizar la versión cinematográfica muda de la novela «La hermana San Sulpicio» de Armando Palacio Valdés. Decidió que era ella y, pese a que no tenía ninguna experiencia, Malena cobró 12.000 pesetas por ese trabajo, una fortuna en aquella época. La hermana San Sulpicio (1927) fue un éxito y la convirtió en actriz famosa. Durante el rodaje, Rey, que estaba casado y tenía un hijo, se enamoró perdidamente de Imperio, pero ella no quiso saber nada de aquel amor. Le interesaba más su carrera artística que los devaneos sentimentales con aquel hombre mucho mayor que ella. Consagrada como actriz, viajó a Berlín para rodar Corazones sin rumbo (1928), esta vez a las órdenes del director Benito Perojo, un film del que hoy sólo quedan ocho minutos. Pese al desplante sentimental, Florián Rey y la actriz volverían a trabajar juntos en Los claveles de la Virgen (1929). Al año siguiente vuelve a Berlín donde rueda en los estudios de la UFA El profesor de mi mujer (1930), su primera película sonora, dirigida por Robert Florey. En 1931 Imperio Argentina se convirtió en la primera actriz y cantante de habla hispana con proyección internacional. La Paramount la contrató en exclusiva para rodar películas en París y se instaló en una bonita casa en la capital del Sena, devenida centro de todos los españoles y argentinos que pasaban por la ciudad. Vivía como una estrella, con coche, chófer y todo tipo de lujos. En una cena organizada por la productora conoció a la mítica Marlene Dietrich. Uno de los biógrafos de la actriz alemana aseguró que ésta había mantenido relaciones sexuales con Imperio, pero la argentina lo negó. «A mí me gustan los hombres. Ella no me gustó. No fue nada simpática. Apenas nos hizo caso y se comportó muy secamente. Me sentí incómoda a su lado porque en sus ojos había un deseo al que no parecía importarle que no fuese correspondido», dijo del supuesto romance.
Durante los cuatro años que residió en París, Imperio rodó seis películas, entre las que destacan Su noche de bodas (1931), Lo mejor es reir (1931) o ¿Cuando te suicidas? (1931). En El cliente seductor (1931), cortometraje de 35 minutos, compartió cartel con Maurice Chevalier, con el que mantuvo durante toda su vida una excelente amistad, y en Melodía de arrabal (1933) tuvo el privilegio de cantar un tango con Carlos Gardel, con el que se rumoreó que había tenido un romance, aunque ella siempre afirmó que el romance no había pasado de un mero galanteo. De hecho, ella se declaraba públicamente enamorada de Richard Blumenthal, el jefe de la Paramount en París, para mortificación de Florián Rey. El director, que seguía enamorado hasta los tuétanos de aquella artista que no era una folclórica al uso sino una estrella con todas las de la ley, había dejado trabajo y familia en España para seguirla hasta París.
Rey consiguió traerla a España donde la volvió a dirigir en El novio de mamá (1934). En 1934, de regreso a Madrid, Imperio se instaló con su familia en una casa de la calle Marqués de Cubas, donde tenía como vecino a un joven José Antonio Primo de Rivera. «Él me cortejaba a la manera de aquel tiempo, paseando ante mi puerta, dirigiéndome miradas furtivas con algo de picardía. Entre nosotros no hubo más que algún roce casual», explicó negando también la leyenda de que había sido novia del fundador de la Falange. Para entonces, Imperio había rodado la versión sonora de La hermana San Sulpicio (1934), de nuevo a las órdenes de Florián Rey, y el director no perdió la ocasión para volver a hablarle de amor. Para su sorpresa, la actriz aceptó. Se casaron en 1934 y el 13 de abril de 1935 nació su hijo, Florián Antonio. «Al lado de Florián Rey aprendí mucho y le tuve un gran cariño, aunque no llegó a convertirse en profundo amor», escribió en sus memorias.
El director fue el verdadero pigmalión de Imperio Argentina, una cantante de canción española excepcional que grabó pocos discos y desarrolló su repertorio en películas. Convertidos en una pareja de referencia para entender el cine español de los años 30, el matrimonio produjo a continuación sus films más populares: Nobleza baturra (1935) fue la cinta que dio en la diana del éxito y le abrió de par en par las puertas de Latinoamérica; su siguiente trabajo juntos, Morena Clara (1936), donde ella cantaba coplas inolvidables como «Échale guindas al pavo» o «El día que nací yo», fue su película más emblemática. Su repercusión fue tan grande que siguió proyectándose, llenando salas de cine en los dos bandos en que se dividió España tras el estallido de la Guerra Civil en 1936. 
Huyendo de la contienda, el matrimonio se instaló en París y, después de algunas actuaciones en América, aceptaron la invitación de Adolf Hitler para ir a Berlín. Dicen que el dictador nazi había visto hasta ocho veces «Nobleza baturra» y consideraba a Imperio una de sus actrices favoritas. La admiraba por su imagen y temperamento racial y le propuso rodar en Alemania una película sobre Lola Montes. Según explicó Imperio Argentina en sus memorias, sólo vió una vez al Führer y acudió a la entrevista acompañada por su marido. En 1999, Fernando Trueba se inspiró en los rumores sobre Imperio y su relación con Goebbels, el ministro alemán de propaganda, para su película «La niña de tus ojos», que narra las peripecias de una actriz española en la Alemania nazi. Imperio, que siempre tuvo un genio fuerte y vivo, se enfadó muchísimo y demandó al realizador, si bien la demanda no prosperó.
Fuera como fuera, la actriz y su marido se quedaron a vivir en Alemania, donde rodaron Carmen la de Triana (los exteriores se filmaron en Sevilla y Ronda) con el actor Rafael Rivelles en uno de los papeles principales. Un año más tarde hicieron La canción de Aixa (1939), tras la cual Imperio se separó de su marido para unirse sentimentalmente a Rivelles, que también dejó a su mujer, Fernanda Ladrón de Guevara, y a su hija por aquella pasión surgida con la argentina. «Rafael fue el gran amor de mi vida, el hombre que supo despertar una pasión hasta entonces oculta. Notaba que mi corazón era suyo y que él me protegería siempre. Era un caballero. Nos amamos como nunca pensé que podría amar». Imperio abandonó rapidamente Alemania tras los sucesos de la tristemente famosa "Noche de los cristales rotos" en noviembre de 1938. Se cuenta que a la mañana siguiente de la masacre, al ir a la sombrerería que la servía, Imperio halló el local destrozado y dentro muertos a la sombrerera y al marido que eran judíos; ésto le hizo cambiar su idea sobre el régimen de Hitler. Se fue a vivir con Rivelles en el apartamento de él en San Sebastián, pero el despechado Florián Rey, que se quedó con la custodia del hijo y luego le puso muchos impedimentos para verlo, los denunció por adúlteros y la carrera de Imperio sufrió un fuerte frenazo. 
En 1939, la llamaron para protagonizar Tosca (1940), película que debía dirigir Jean Renoir en Roma. Sin embargo, el director francés apenas rodó unos metros de la película ya que, al estallar la Segunda Guerra Mundial y ser llamado a filas, decidió exiliarse. La película se acabó a las órdenes de un realizador menos conocido, Carl Koch, con un ayudante que, con el tiempo, sería uno de los grandes maestros del cine: Luchino Visconti. 
Instalada en Madrid con Rivelles sin casarse, algo escandaloso para la época, su relación se rompió dos años después, durante el rodaje de Goyescas (1942) de Benito Perojo. Imperio conoció a Joaquín Goyanes de Osés, marqués de Melgarejo. Cayó rendido a los pies de la estrella, iniciaron un romance y, finalmente, se fueron a vivir juntos, pero sin casarse, ya que Goyanes estaba casado y en la España franquista se había abolido el divorcio. Poco después, para mayor escándalo, Imperio se quedó embarazada y el 23 de mayo de 1943 nació su hija Alejandra, que fue inscrita en el Registro Civil como hija de padre desconocido. Durante una temporada, la pareja y la niña se fueron a Cascais (Portugal). Allí, trabó amistad con el compositor Ernesto Halffter, con el que aseguró que nunca hubo más que una relación platónica. Fuera por eso o por otra razón, en 1945 finalizó su unión con Goyanes. Ese mismo año, se embarcó con su hija y su hermana Asunción, que siempre estuvo a su lado, rumbo a Argentina. Durante la larga travesía, mantuvo un romance con el torero peruano Alejandro Montani. Antes había protagonizado Bambú (1945) a las órdenes de Jose Luis Sáenz de Heredia.
En Argentina Benito Perojo la dirige en Los majos de Cádiz (1946)  y Lo que fue de la Dolores (1947). Ese año una sorprendente oferta la devolvió a España. Se trataba de trabajar de nuevo con su ex marido en la película La cigarra (1948). El director trató de recuperar así a su mujer, pero el intento de reconciliación no prosperó. Justo al contrario, ya que durante el rodaje se enamoró de Ángel Rossón, ayudante de Rey, con el que estuvo un año. Mujer divertida, de genio vivo, conversación amena y personalísimo atractivo, Imperio Argentina tuvo siempre muchos hombres a su alrededor. En diciembre de 1950 se casó con Ramón Baíllo, Conde de las Cabezuelas, pero ese segundo matrimonio (esta vez por la Iglesia) duró poquísimo tiempo, el marido resultó ser un estafador que casi la arruína. La separación le acarreó además airadas críticas eclesiales. Su siguiente amor fue el poeta Rafael de Penagos, hijo del famoso pintor, y en México Mario Moreno «Cantinflas» la intentó seducir. «Tuve que pararle los pies porque no quería convertirme en una pieza más de su colección». Tras rodar en Buenos Aires Café cantante (1951) de Antonio Momplet, su carrera atravesó un largo parón, exceptuando su concierto en el Carnegie Hall de Nueva York en junio de 1952. Cuando un grupo de personas pretendió boicotear dicho concierto recordando los trabajos de la estrella en la Alemania de 1938 y sus encuentros con la cúpula nazi gobernante, el escritor Tennessee Williams salió en su defensa y, a tal fin, escribió un artículo en The New York Times. Hasta la propia Eleanor Roosevelt se vio obligada a confesar su admiración por la intérprete española.
En 1959, Imperio vivió uno de los peores momentos, cuando su hijo, de 24 años, se suicidó tras una discusión con su novia. La artista se sumió en una profunda depresión de la que sólo se recuperó por los cuidados de su hermana. En 1960, después de casi diez años sin hacer cine, le propusieron protagonizar Ama Rosa (1960), una adaptación del famoso culebrón radiofónico dirigida por León Klimowski, que resultó un fiasco. Un año después se casó su hija con Santiago Pérez del Pulgar con el que tuvo cinco hijos: Sandra, Magdalena, Jorge, Teresa y Paula. De una posterior unión de su hija con Antonio Corbacho nació África. Estos nietos la hicieron bisabuela ocho veces. En el Festival de San Sebastián de 1962 los jóvenes críticos redescubrieron a la artista en una retrospectiva dedicada a Florián Rey. Mario Camus le ofreció un personaje en Con el viento solano (1965) y, veintiún años más tarde, hizo Tata mía (1986) de José Luis Borau. Un año después rodó El polizón de Ulises (1987) de Javier Aguirre, que pondría punto final a su filmografía.
Alejada de los platós y los escenarios, fijó su residencia en Benalmádena (Málaga), donde se compró un pequeño chalet. Los problemas para Imperio empezaron en 1987 cuando murió su hermana Asunción. Su hija, con una gravísima adicción al alcohol y las drogas, se mantuvo alejada de ella. En 1989 recibió un Goya de Honor por toda su carrera. En 1992 Imperio actuó en la Exposición Universal de Sevilla en el espectáculo «Azabache» junto con otras estrellas de la copla: Rocío Jurado, Juanita Reina, Nati Mistral y María Vidal. El último día de ese año sufrió el durísimo golpe de perder a su hija, muerta a los 49 años. «He visto el horror, he conocido el éxito, pero también sé lo que es el fracaso. He amado y alguna vez me han traicionado y he padecido el que mis dos hijos estén muertos ya, pero cada día es nuevo para mí y tengo ganas de vivir». A partir de entonces, y salvo algún que otro homenaje o su participación en alguna serie o programa de televisión, Imperio Argentina vivió retirada en su casa de Benalmádena. Allí la malcuidaban sus dos nietas mayores, mientras que el resto desapareció de su lado. En 1999, después de setenta y cinco años de residencia en España, se le concedió la nacionalidad española. Murió el 22 de agosto del 2003, a los 92 años de edad. Los últimos meses de su vida, tras ser ingresada en el hospital en enero por una angina de pecho, estuvieron marcados por la violenta disputa que mantuvieron sus familiares por las pocas propiedades que le quedaban. Con todo, jamás perdió ni la sonrisa, ni el garbo ni el donaire que hicieron de ella una estrella internacional. En el 2011, ocho años después de su fallecimiento, se le dedicó una Estrella en el Paseo de la Fama de Madrid.



Por lo que a mí respecta, en la maravillosa voz de Imperio Argentina, se concentraban el sol, la luna y las estrellas. He aquí una prueba en esta magnífica secuencia de "Carmen la de Triana" (1938) junto a Rafael Rivelles, dirigidos por Florián Rey, en su película más lujosa. Ella está sencillamente perfecta como cantante y actriz, con un tempo impecable.

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