viernes, 16 de mayo de 2014

Lola Flores - Cuna cañí

LOLA FLORES (Jerez de la Frontera, Cádiz, 21-1-1923 / Alcobendas, Madrid, 16-5-1995): IN MEMORIAM

Nacida Dolores Flores Ruiz y destinada a convertirse en artista suprema, su huella en el imaginario colectivo se mantiene incólume como icono irrepetible de la España cañí. Hoy hace ya diecinueve años que La Faraona se llevó de este mundo su genio icomparable.

He aquí un recuerdo a su figura tomado de la página Biografías y vidas:

Cantante y actriz española. Hija de un tabernero, Lola demostró desde muy pequeña sus cualidades para el cante y el baile. Su admiración por Pastora Imperio le llevó a seguir con sus inquietudes hasta que conoció a Manolo Caracol, quien la tuvo en su compañía durante unos meses cuando apenas contaba con quince años. Toda la familia estuvo un tiempo en Sevilla hasta que recaló en Madrid, no sin antes conocer a otras figuras importantes de la canción como Estrellita Castro o el maestro Manuel López-Quiroga, quienes la animaron a seguir con su carrera.
Cine y canción iban a ser los pilares sobre los que se asentaría la carrera artística de Lola tras la contienda civil. Su primera película fue Martingala (1940), de Fernando Mignoni, interpretando a una gitana. Su sueldo fue de 12.000 pesetas, algo nunca imaginado por ella. Durante los años cuarenta realizó una serie de giras por diversas provincias españolas con un espectáculo montado por el empresario Juan Carcellé. Su canción más importante de aquella etapa fue “El lerele”, que pasado los años se convirtió en un gran éxito.
Sin embargo, no contenta con deambular de una ciudad a otra o ir de pueblo en pueblo, decidió montar su propia compañía con la ayuda de uno de sus primeros acompañantes. Para su proyecto (espectáculo que llamó Zambra) contrató a Manolo Caracol, iniciando una de sus etapas más fructíferas y populares, además de vivir un apasionado y turbulento romance.
De su trabajo en común se conserva la película Embrujo (1946), de Carlos Serrano de Osma, director que logró uno de sus trabajos mas personales y ambiciosos, aunque a la pareja protagonista no le reportara más popularidad, y La niña de la venta (1951), de Ramón Torrado, que sí les ayudó a alcanzar un éxito mayor, aunque su unión ya tocaba a su fin. Lola ya era conocida en el extranjero. Su repertorio aumentaba sin descanso y comenzó a grabar discos y a consolidar su carrera. “La zarzamora” fue una de sus canciones más emblemáticas de la época.
Firmó un importante contrato con el productor Cesáreo González, quien no sólo la incorporó al reparto de películas como La estrella de Sierra Morena (1951), de Ramón Torrado, sino que diseñó largas giras por países americanos, en alguno de los cuales rodó alguna película. Fueron años de coproducciones con México, país con el que estableció un fuerte vínculo artístico alcanzando una popularidad sorprendente, tanto que después de rodar La Faraona (1955), de René Cardona, se quedó con ese nombre para siempre; también años de trabajo intenso en los que siguió combinando su interpretación cinematográfica con los espectáculos en los que cantaba muestras de su nuevo repertorio. Miguel Morayta la dirigió en Pena, penita, pena (1953) y Limosna de amores (1955), y Miguel Zacarías en Sueños de oro y Maricruz (ambas de 1956).
Desde El balcón de la luna (1962), de Luis Saslavsky, sus apariciones cinematográficas se fueron espaciando más en el tiempo, dedicándolo a sus espectáculos teatrales. Su único premio en cine se lo concedió el Sindicato Nacional del Espectáculo por su trabajo en Una señora estupenda (1967), de Eugenio Martín. Después intervino en títulos tan dispares como Truhanes (1983), de Miguel Hermoso, o Juana la Loca... de vez en cuando (1983), una parodia histórica disparatada dirigida por José Ramón Larraz. También trabajó en la serie de televisión Juncal (1989), de Jaime de Armiñán, al lado de Francisco Rabal, y Carlos Saura recogió su arte en el mediometraje Sevillanas (1992).
En 1957 contrajo matrimonio con Antonio González “El Pescailla”. De su matrimonio nacieron Lolita, Rosario y Antonio, todos dedicados a la música. El último de ellos murió unos días después de que lo hiciera su madre, el 30 de mayo de 1995.



Si Undivé no se la hubiese llevado a los 72 años, hoy tendría 91. Veanla aquí exhibir su ramalazo de genialidad en 1978 cuando tenía 55.

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