EL ÚLTIMO GRAN CINEASTA CLÁSICO
El actor, director, guionista, músico y productor norteamericano Clint Eastwood cumple hoy 84 años. Aunque le llevó casi diez años conseguir el estrellato en la gran pantalla, llegó a ser el actor más taquillero de su tiempo y se convirtió en un icono de cierto tipo de masculinidad. Como director, su valoración por la crítica ascendió de forma lenta pero creciente y, a partir de los años 80, se le considera globalmente una figura capital del cine de la segunda mitad del siglo XX y lo que va del XXI. Consiguió dos veces el Oscar a la mejor película y al mejor director, tres Globos de Oro, tres premios César, dos BAFTA, entre infinidad de galardones y reconocimientos. En 1996 recibió el premio a toda una vida del American Film Institute. En 2007 fue investido con la mayor distinción civil de la República Francesa, la Legión de Honor, que le entregó en París el presidente francés Jacques Chirac tras afirmar que el actor encarna 'lo mejor de Hollywood' y en 2010 el presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, le galardonó con un premio de artes y humanidades.
La siguiente sembanza biográfica esta tomada (con algún retoque) de la página decine21:
Fatalismo y redención
por Juan Luis Sánchez (4-5-2005)Priman en Hollywood hoy día los movimientos continuos de cámara y los montajes frenéticos, pero él fija el plano para que se luzcan los actores. En el cine comercial se llevan las historias de consumo rápido, ultraligeras y dirigidas a un público adolescente, pero él apuesta y gana con relatos adultos llenos de sentimientos. No cabe duda, Clint Eastwood es el último heredero de John Ford y William Wyler. El último clásico. Representa una forma de hacer cine que casi se ha perdido. Y es que se trata de un cineasta contracorriente que parece hacer suya una frase de John Wilson, su personaje en Cazador blanco, corazón negro: “No dejaré que ocho millones de comedores de palomitas me digan lo que tengo que hacer”.
La violencia, la soledad y la fatalidad son los grandes temas de sus
películas. Pero, sobre todo, la redención, en un cineasta que precisamente
parece querer redimirse de la imagen que tenía hace poco más de una
década. Por aquel entonces Eastwood era conocido por el Magnum 44, el
pistolón de Harry el sucio y sus frases del estilo “Alégrame el día”.
Protagonizaba subproductos como Duro de pelar
(1978) y todos sus personajes eran tipos impasibles y toscos que apenas movían
un músculo de la cara. Pero entonces decidió entristecernos el día, con
historias tan duras como el propio Harry pero llenas de verdad. Para
la crítica, ha dado un giro en su carrera, pero el estilo y los temas
recurrentes de Eastwood han estado presentes en su filmografía desde
hace muchos años.
Aunque en su momento estaban considerados como subproductos propicios para programas dobles de cines de barrio, los tres spaguetti western que Clint Eastwood rodó en Almería a las órdenes de Sergio Leone
son apreciados hoy día por selectos cinéfilos, y homenajeados por
Tarantino y otros cineastas de prestigio. Por aquel entonces, el joven
Clinton Eastwood, Jr., nacido en San Francisco (California), el 31 de
mayo de 1930 llevaba unos años ejerciendo de actor. Tras licenciarse en
el ejército se apuntó a un cursillo de interpretación organizado por
Universal, y entre otros trabajos menores fue reclutado para
coprotagonizar la serie Rawhide. Como esta serie le dio cierta
fama en Estados Unidos, y el joven Eastwood cobraba todavía poco, era el
candidato ideal para que el italiano Leone, interesado en un actor
estadounidense para poner su nombre encabezando los carteles, le
reclutara para protagonizar Por un puñado de dólares (1964), una producción de poco presupuesto, versión en clave de western de Yojimbo, de Akira Kurosawa. El éxito del film propició dos secuelas, con más medios y otros actores internacionales, pues Lee Van Cleef se incorporó a la saga en La muerte tenía un precio (1965) y Eli Wallach, en El bueno, el feo y el malo (1966).
Sin lavarlo siquiera, Eastwood usó el mismo poncho en las tres
películas, que daban un aire nuevo al género, incorporando humor,
personajes heroicos propios del cómic, y tiroteos propios de los
recuerdos infantiles de las grandes obras del género.
Si su encuentro con Leone fue crucial para la carrera de Eastwood, igualmente importante fue su trabajo con el estadounidense Don Siegel. Es bien sabido que Sin perdón está dedicada a Sergio (Leone) y Don (Siegel). Su primer encuentro con Siegel fue La jungla humana (1968), revisión de su personaje de heroico cowboy sin nombre a los tiempos modernos. Después de salir airoso de un musical, La leyenda de la ciudad sin nombre (1969), donde cantaba, como otro de los más duros de Hollywood, Lee Marvin, repetiría con Siegel en Dos mulas y una mujer (1970), un western bastante clásico y El seductor (1971),
también del mismo género, pero más realista. Tan prometedora carrera
estuvo a punto de truncarse cuando Eastwood cogió una infección en el
cuello, durante el rodaje en Italia de Los violentos de Kelly (1970). El actor estuvo muy cerca de la muerte, pero fue sometido a una operación quirúrgica con éxito.
Para no depender del todo de los grandes estudios, y poner en marcha Cometieron dos errores,
en 1968 Clint Eastwood fundó su propia productora, que se llamó
Malpaso, al igual que su rancho de California, Malpaso Creek, donde una
laguna situada en medio del terreno dificulta el paso. Desde ese momento
Eastwood coprodujo a través de Malpaso todas sus películas, hasta que
en 1971, decidió dar un buen paso, hacia la dirección. Su debut tras las
cámaras fue Escalofrío en la noche (1971), un thriller convencional sobre un locutor de radio acosado por una oyente psicópata. Ese año arrasaba en las carteleras con Harry el sucio (1971), de nuevo dirigido por Siegel. A partir de ese momento, protagoniza títulos que, sin ser memorables, tienen calidad: Joe Kidd (1972) de John Sturges, Un botín de 500.000 dólares (1974) de Michael Cimino, La fuga de Alcatraz (1979) de Don Siegel, En la cuerda floja (1984) de Richard Tuggle y las diferentes continuaciones de Harry el sucio: Harry el fuerte (1973), Harry el ejecutor (1976), Impacto súbito (1983) y La lista negra (1988) y dirige títulos que van creciendo en interés: Infierno de cobardes (1973), Primavera en otoño (1973), que fue la primera que no protagonizó, Licencia para matar (1975), El fuera de la ley (1976), Ruta suicida (1977), Firefox (1982), hasta llegar a la magnífica El aventurero de medianoche (1982), su primera obra de madurez, en la que también interpretaba al
protagonista, un cantante de country enfermo de tuberculosis durante los
años de la Gran Depresión. Igualmente redonda es El jinete pálido (1985), deudora de títulos clásicos como Raíces profundas. Después dirige y protagoniza la apreciable El sargento de hierro (1986) y rinde tributo a su gran afición al jazz en Bird (1988),
uno de sus mejores títulos, recreación de la vida del saxofonista
Charlie Parker, por el que la crítica empezó a considerarle 'el último
cineasta clásico'. Su siguiente obra maestra, tras la correcta Cazador blanco, corazón negro (1990) y la mediocre El novato (1990), fue Sin perdón (1992),
una visión desmitificadora y crepuscular del western, reconocida por la
Academia con cuatro Oscar, incluyendo mejor director y mejor película.
Tenía por entonces 62 años, pero Eastwood seguía tan en forma que se
mantuvo toda la década de los 90 y el inicio del nuevo milenio en el
candelero, con películas muy diferentes. “Mi trabajo es contar
historias, no importa de qué trate ni a qué género ni época pertenezca.
Me atrae hacer cosas nuevas”, ha comentado. Como actor, director, o
ambas ocupaciones, ha seguido combinando productos poco pretenciosos: Poder absoluto (1997), Ejecución inminente (1999), Space Cowboys (2000), Deuda de sangre (2002), con grandes títulos: En la línea de fuego (1993) de Wolfgang Petersen, o las suyas Un mundo perfecto (1993), Los puentes de Madison (1995), Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997) y Mystic River (2003). Y por supuesto, Million dollar baby (2004), ganadora de cuatro Oscar y probablemente su mayor obra maestra.
Como quiera que el texto anterior fue escrito hace nueve años, resulta obligado añadir los films de Eastwood estrenados desde entonces: Banderas de nuestros padres (2006), Cartas desde Iwo Jima (2006), El intercambio (2008), Gran Torino (2008), Invictus (2009), Más allá de la vida (2010) y J. Edgar (2011), en los que, a pesar de su avanzada edad, continúa demostrando su buen hacer.
Entre 1986 y 1988 ocupó el cargo de alcalde de la población californiana de Carmel. Aunque sólo se casó dos veces, Eastwood tiene ocho hijos de seis mujeres diferentes.