UNA DAMA ADMIRABLE: ACTRIZ Y ARTISTA POLIFACÉTICA
La actriz y artista multidisciplinar estadounidense Gloria Stuart falleció tal día como hoy en 2010 a la edad de 100 años. Rubia, menuda, sensible e inteligente, fue una estrella menor en los años 30, que destacó sobre todo en dos clásicos de terror de los estudios Universal dirigidos por James Whale: El caserón de las sombras (1932) y El hombre invisible (1933). A mediados de los años 40 dejó la interpretación durante tres décadas para dedicarse con éxito a diversas actividades artísticas como pintura, serigrafía o diseño de libros de arte. También ejerció el activismo político o humanitario y el compromiso por la preservación del medio ambiente. A partir de 1975 volvió a actuar, primero en la televisión, después en algunas películas. A sus 87 años adquirió notoriedad mundial tras interpretar a la centenaria superviviente de Titanic (1997) de James Cameron, superproducción de éxito descomunal que batió todos los records de recaudación y por el que fue candidata al Globo de Oro y al Oscar a la mejor actriz de reparto, la más anciana en esta categoría. Antes de morir declaró que había tenido una vida completa y satifactoria.
Nacida sobre una mesa de cocina, Gloria Stewart fue la primogénita de un abogado y un ama de casa. Tuvo dos hermanos menores, el más pequeño de los cuales murió de meningitis a los tres años de edad. Cuando ella tenía nueve, su padre perdió la vida a consecuencia de una infección producida después que un automóvil le desolló una pierna. Con dos niños a su cargo, su madre no vio otra salida que volverse a casar, esta vez con un comerciante. Gloria no tuvo buena relación con su padrastro. Tampoco le fue bien en la escuela, de donde fue expulsada por dar una patada a una profesora. Desde adolescente se aficionó a la escritura y a la interpretación; más adelante, en la escuela superior actuó en funciones teatrales y los dos últimos veranos recibió clases para aprender a escribir poesía y relatos cortos. Finalmente consiguió graduarse en 1927. Para alejarse de su padrastro decidió matricularse en la Universidad de Berkeley, donde además de estudiar filosofía y arte dramático, actuó en diversas producciones teatrales, escribió en periódicos universitarios y posó como modelo artística. Allí cambió su nombre a Gloria Stuart.
En 1930, antes de cumplir veinte años, se casó con Blair Gordon Newell, un joven escultor. La pareja se mudó a Carmel-by-the-Sea, localidad donde residía una estimulante comunidad de artistas de diversas disciplinas. Allí actuó Gloria en el teatro y también colaboró en la plantilla del periódico local. Eran tiempos difíciles, la Gran Depresión estaba reciente, y para salir adelante se las arregló para hacer esmeradas labores de costura, creó ramos de flores secas para una tetería y hasta trabajó de camarera en la misma. Su marido se empleó como albañil, cortó y apiló madera, impartió lecciones de escultura y modelado y gestionó un curso de golf en miniatura. Ambos vivieron en una cabaña en mitad del bosque como vigilantes nocturnos. Mucho más tarde, Stuart se referiría a este periodo de su vida como 'maravillosamente bohemio'.
En 1932 una representación suya de "La gaviota" de Chejov en el teatro de Carmel fue transferida a la famosa Pasadena Playhouse. Allí Stuart fue descubierta por dos cazatalentos de Paramount y Universal que le ofrecieron pruebas de pantalla. Newell y ella vivían de forma precaria, así que, aunque Gloria se consideraba a sí misma una actriz seria de teatro, acabó aceptando la oferta, un poco mayor, de Universal.
El matrimonio se trasladó a Los Angeles y la actriz debutó en la pantalla con un rol menor en
Forasteros en Hollywood (1932) de John Francis Dillon, comedia con
George Sidney y Charles Murray. Su primera película importante como protagonista fue
El caserón de las sombras (1932) de James Whale, magnífica mezcla de humor macabro y suspense, con
Boris Karloff, Melvyn Douglas, Charles Laughton y Lilian Bond, film de excelente acogida crítica y hoy clásico de culto. Después rodó, entre otras, Hombres sin miedo (1932) de John Ford, drama aeronáutico con
Ralph Bellamy y Pat O'Brien, El infierno en vida (1933) de
Edward L. Cahn, drama criminal con Pat O'Brien, El soldado Jones (1933) de Russell Mack, comedia con Lee Tracy, Honrarás a tu padre (1933) de
John Cromwell, drama en RKO con Lionel Barrymore, Un beso ante el espejo (1933) de James Whale, drama de intriga con
Nancy Carroll, Frank Morgan y Paul Lukas, Identidad desconocida (1933) de
Alexander Hall y George Somnes, drama en Paramount con James Dunn y David Manners, El hombre invisible (1933) de James Whale, clásico de terror que adaptaba una novela de H.G. Wells, con un Claude Rains recién llegado de Londres,
Escándalos romanos (1933) de Frank Tutle, exitosa comedia musical para
Samuel Goldwyn ambientada en la Antigua Roma, con Eddie Cantor y Ruth Etting, La sinfonía del amor (1934) de Victor Schertzinger, historia de cuatro generaciones en una famiilia de músicos, con John Boles,
A mí me gusta así (1934) de
Harry Lachman, comedia musical con Roger Pryor y Marian Marsh, Aquí viene la armada (1934) de Lloyd Bacon, comedia para Warner Bros. con James Cagney y Pat O'Brien, El don de la labia (1934) de Karl Freund, comedia con Edmund Lowe y Ruth Etting, Vampiresas de 1935 (1935) de
Busby Berkeley, musical Warner con Dick Powell, Adolphe Menjou, y Alice Brady, o Princesita (1935) de George Stevens, drama RKO con John Beal y Virginia Weidler.
Gordon Newell, su marido, se sentía infeliz con la vida de Hollywood, por lo que la pareja se separó amigablemente en 1933 y se divorció al año siguiente. Entretanto, durante el rodaje de Escándalos romanos, Gloria se había enamorado del guionista Arthur Sheekman y ambos se casaron poco después del divorcio de ella. En 1935 nació su hija Sylvia. El matrimonio conviviría felizmente hasta la muerte de él en 1977.
Después de rodar una película tras otra, en 1935 finalizó su contrato con Universal y la actriz firmó con 20th Century Fox, pero a la larga no le fue mejor en este estudio y no logró convertirse en una estrella importante. Actuó en títulos como Soldado profesional (1935) de Tay Garnett, film de aventuras con Victor McLaglen y Freddie Bartholomew, Prisionero del odio (1936) de John Ford, drama ambientado en la Guerra de Secesión, con Warner Baxter, Pobre niña rica (1936) de Irving Cummings, comedia musical familiar con Shirley Temple y Alice Faye, Locos de remate (1937) de William A. Seiter, comedia con The Ritz Brothers, Joan Davis y Tony Martin, Rebeca, la de la granja del sol (1938) de Allan Dwan, comedia musical familiar con Shirley Temple y Randolph Scott, Invitación al crimen (1938) de H. Bruce Humberstone, film de intriga con Michael Whalen, Vidas opuestas (1938) de Erle C. Kenton, drama con Lanny Ross, Los tres mosqueteros (1939) de Allan Dwan, adaptación musical de la novela de Dumas, con Don Ameche y The Ritz Brothers donde desempeñó el rol de la Reina, o El todo por el todo (1939) de Otto Brower, drama con Tony Martin. Excelente cocinera (habilidad heredada de su madre), en esta década ejerció como chef o anfitriona de frecuentes cenas hollywoodenses. Cofundadora en 1933 del Sindicato de Actores de Cine, desde 1936 formó parte de la Liga Anti-nazi, junto a celebridades como Paul Muni, Franchot Tone, Ernst Lubitsch u Oscar Hammerstein II, y ese mismo año, junto a Dorothy Parker, colaboró en una organización humanitaria para socorrer a los niños huérfanos de la Guerra Civil Española
A comienzos de 1939, cancelado su contrato con Fox, Stuart y Sheekman pasaron cuatro meses viajando por Asia, Egipto, Italia y Francia. En este país les sorprendió la declaración de guerra con Alemania. Apelaron al cónsul americano para quedarse en Francia: él como corresponsal de guerra y ella como voluntaria en un hospital, pero el cónsul rehusó y les dijo que tenían que regresar a los Estados Unidos. De tal modo tomaron el último barco de pasajeros que cruzó el Atlántico y llegaron a Nueva York en septiembre. En su nuevo destino Stuart se propuso convertirse en actriz teatral utilizando el reclamo de su nombre, pero en el Broadway de entonces no querían actrices de cine. A tal punto, decidió incorporarse a compañías de teatro de repertorio en la costa este entre 1940 y 1942. Cuando su país entró en la contienda, junto con Hillary Brooke, otra rubia actriz, recorrió la nación, visitó hospitales, cantó y bailó en cantinas para la milicia y vendió bonos de guerra. Sus antiguos agentes le consiguieron papeles en algunas películas de bajo presupuesto: Ese es mi marido (1943) de Joseph Santley, comedia con Al Pearce,
Fantasmas en la noche (1944) de William Castle, noir con
Richard Dix,
El enemigo de la mujer (1944) de Alfred Zeisler, drama bélico con Paul Andor, y ¡Ay, qué Lulú! (1946) de Charles Lamont, comedia con
Joan Davis y Jack Oakie. Finalmente, insatisfecha con su carrera en la pantalla, decidió abandonar Hollywood y el cine.
Stuart y su marido marcharon a Nueva York donde ella se interesó en aprender la técnica artística del découpage, que aplicó a lámparas, espejos, bandejas, mesas, cofres y otros objetos. Llegó a abrir una tienda de decoración en Los Angeles y sus trabajos también se vendieron en establecimientos en Nueva York, Dallas, Pasadena y San Francisco. Con el tiempo el lacado de sus piezas resultó demasiado costoso y Stuart tomó la determinación de acabar con el negocio. Después de diez años en que Stuart y Sheekman residieron en viviendas alquiladas, compraron un bungalow donde ella rediseñó el interior, renovando el mobiliario, y modificó el jardín exterior con sendos invernaderos para orquídeas y árboles frutales. A comienzos de 1954, visitando París, quedó fascinada por las pinturas impresionistas y, decidió que ella también quería pintar al óleo. Para entonces Sheekman era un guionista muy exitoso. En 1961 Stuart tuvo la oportunidad de exponer en una importante galería en Nueva York, vendiendo casi cuarenta de sus cuadros. Nuevas exposiciones en los años siguientes en varias ciudades estadounienses fueron bien acogidas. Siempre proclive a asumir nuevos retos, estudió la técnica de la serigrafía y el arte del bonsai y en ello se empleó durante años.
En 1975 decidió volver a actuar. Se buscó un agente y en adelante consiguió papeles en diversos telefims y alguna serie. A comienzos de 1978 enviudó de Sheekman y cinco años más tarde Ward Ritchie, un íntimo amigo de su primer marido, le envió uno de sus libros. Ritchie era un celebrado impresor y diseñador de libros de arte que poseía empresas propias. Stuart lo invitó a cenar y ambos se enamoraron. Él tenía 68 años y ella 72. Cuando Ritchie la llevó a su estudio para mostrarle sus trabajos, una vez más Stuart quiso aprender esa técnica de tipografía y llegó a establecer su propia imprenta. Apasionada con esta nueva faceta artística y animada por Ritchie, creó con tesón y minucioso esmero buen número de libros de arte en tamaño grande y en miniatura. Algunos de estos trabajos hoy pueden ser encontrados en museos y bibliotecas de Europa y América, así la Biblioteca Nacional de Francia en París, la Biblioteca Huntington en San Marino, California, el
Museo J. Paul Getty en Los Angeles, la Biblioteca del Congreso en Washington, la Biblioteca Pública de Nueva York, el Museo Metropolitano de Arte en Nueva York, la Biblioteca de la Universidad de Princeton en Nueva Jersey, la Biblioteca de la Universidad de California en Los Angeles, o el Museo Nacional de Arte y Diseño en Londres, así como en colecciones privadas. Stuart y Erwin permanecieron juntos hasta 1996, año en el que él murió por un cáncer de páncreas. Stuart había sido diagnosticada en 1984 de cáncer de mama, que superó con éxito con una lumpectomía y tratamiento de radioterapia.
Su regreso al cine se produjo con
Mi año favorito (1982) de Richard Benjamin, comedia con Peter O'Toole donde apenas efectuó un cameo sin diálogo. Después pudo ser vista en pequeños roles en
Algo en que creer (1984) de Glenn Jordan, drama con
Jack Lemmon, Zeljko Ivanek y Charles Durning, y
Gatos salvajes (1986) de Michael Ritchie, comedia deportiva con Goldie Hawn, James Keach y Swoosie Kurtz. La gran oportunidad para reverdecer su carrera le llegó a los 86 años cuando el director y productor James Cameron la eligió para interpretar a Rose, la centenaria superviviente de
Titanic (1997), epopeya trágico-romántica sobre el hundimiento del famoso transatlántico protagonizada por
Leonardo DiCaprio y Kate Winslet (que interpretó a Rose de joven). La espectacular superproducción costó 200 millones de dólares y recaudó más de dos billones. En todo el mundo el público se agolpó en colas interminables para ver el film, que obtuvo catorce nominaciones al Oscar (una de ellas para Stuart como mejor actriz de reparto) y ganó en once categorías, incluyendo las de mejor película y director. Gloria Stuart, la actriz más anciana con candidaturas al Globo de Oro y al premio de la Academia, fue redescubierta y medios de comunicación internacionales se interesaron por ella. En 1998 la revista People la incluyó en su lista de las 50 personas más bellas del mundo.
Todavía le quedó tiempo para sus imprimaciones de pantalla, escribir su autobiografía y actuar en cine y televisión hasta 2004. Las últimas películas en que participó fueron Carta de amor (1999) de Peter Chan, drama romántico con Kate Capshaw, Ellen DeGeneres, Tom Everett Scott y Tom Selleck, El hotel del millón de dólares (2000) de Wim Wenders, drama con
Jeremy Davies, Milla Jovovich y Mel Gibson, y Tierra de abundancia (2004) de Wim Wenders, drama con
Michelle Williams y John Diehl.
A los 94 años, décadas después de haber dejado de fumar, fue diagnosticada de cáncer de pulmón. Debido a su avanzada edad, la enfermedad avanzó lenta pero inexorablemente. A los cien años, Gloria Stuart falleció de insuficiencia respiratoria. La sobrevivieron su hija Sylvia, cuatro nietos y doce biznietos.