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lunes, 13 de agosto de 2018

Eugène Delacroix paintings

EUGÈNE DELACROIX (Charenton-Saint-Maurice, France, 26-4-1798 / Paris, France, 13-8-1863): IN MEMORIAM

Hoy se cumplen 155 años del fallecimiento del pintor romántico francés Eugène Delacroix, quizá el artista más emblemático del movimiento aparecido en el primer tercio del XIX. Adelantado a su tiempo, la huella de su estilo se observa en el posterior impresionismo, sobre todo por su audacia y maestría en la utilización compositiva del color. Cuando comenzó a pintar, el neoclasicismo, con su solemnidad y serenidad, era el modelo a seguir, pero Delacroix se sintió fascinado por las ruinas medievales, la libertad de la obra de Goya, los clásicos barrocos como Rubens, Velázquez o Rembrandt y los renacentistas venecianos. En su interior estimó que el arte no tenía por qué ser tan racional y se encendió en él un deseo de hallar la realidad tras las apariencias. Sus viajes también fueron una influencia: el primero a Inglaterra, donde conoció al paisajista Constable y descubrió que técnica y color pueden provocar efectos psíquicos en el espectador; el segundo al norte de África, a Marruecos y Argelia, quedando deslumbrado por la luz y también el exotismo de sus gentes, con toda su sensualidad y misterio. En su obra se mezcla la fantasía, lo macabro y lo erótico. Delacroix parece valorar más los sentimientos y emociones que los ideales, algo que junto a sus temáticas y el exotismo que desprenden muchos de sus cuadros lo convierten en el paradigma de pintor romántico, al menos en Francia, influyendo notablemente en todo el movimiento a nivel europeo e internacional. Fue uno de los personajes más ilustres de su tiempo, distinguido sucesivamente con tres rangos de la Legión de Honor: Caballero (1831), Oficial (1946) y Comandante (1855). Delacroix falleció de hemoptisis a los 65 años. A su lado, tomándole de la mano, se encontraba su gobernanta desde 1835, Jenny Le Guillou, a quien dejó 50.000 francos y algunas de sus posesiones. Ella murió seis años después y, por voluntad del pintor, fue enterrada a su lado en el cementerio Père-Lachaise.



Reseña biográfica extraída de la página Arte España:

Nacido en Charenton-Saint Maurice, es oficialmente hijo del un ex ministro del Exterior del Directorio y luego prefecto del Imperio, y de la hija del ebanista de Luis XVI, de la cual se dice quedó embarazada del príncipe Talleyrand, posiblemente verdadero padre de Eugène, a quien protegerá en los primeros años de su carrera. 
En 1806 muere su padre y toda la familia debe trasladarse a París donde son acogidos por una de las hermanas de Eugéne. Ese mismo año ingresa en el Liceo Imperial donde comienza sus estudios artísticos, desarrollados durante años.
En 1817 conoce a Théodore Géricault y posa como uno de los náufragos de su espléndida obra La balsa de la medusa. Aquí comienza la relación de admiración y respeto que tendrá el joven pintor por el ya famoso Géricault.
En estos años de estudiante Delacroix visita constantemente el museo del Louvre donde estudia y reproduce los cuadros de los grandes maestros de la pintura, a los que, de una forma u otra, copiará y servirán de inspiración para sus propias obras. Fuera del mundo pictórico Eugène conocerá a los grandes escritores y músicos del momento como Victor Hugo, Stendhal, Baudelaire, Chopin o Paganini; algunos de ellos serán, posteriormente, representados en sus cuadros, demostrando el profundo aprecio que les profesaba.
Dentro de su afán de conocimiento por los grandes artistas, viaja a Inglaterra donde entra en contacto con la pintura colorista y paisajista que luego verá consolidada con su viaje al norte de África, territorio que por su luminosidad llamó su atención y determinó las futuras obras del pintor.
Muere en París en el año 1863 dejando tras de sí una de las más prolíficas carreras pictóricas, llenas de centenas de cuadros que sirvieron de inspiración a otros tantos pintores. 

Su obra

La pintura Romántica francesa posee particularidades que la alejan de la realizada en Inglaterra y Alemania. Así lo demuestran las obras de Delacroix, quien, considerado como el continuador de Géricault y el máximo representante del Romanticismo, coloca en primer plano el gusto por el color y las imágenes exóticas, fruto de sus ya citados viajes por África y del profundo conocimiento de la obra de Constable y Turner, cuyas pinturas le sugieren el uso de barnices gracias a los cuales se obtienen nuevos tonos más vibrantes que aportan una magnífica luminosidad a las composiciones. Será, sin lugar a dudas, el conocimiento de otras tierras y culturas, lo que contribuya a la configuración definitiva del uso de la pincelada y el color del pintor, teorías que verá reflejadas en los estudios que sobre el color haga John Burnet, quien aseguraba que cuanto más construido esté un cuadro mediante el color, más ligero aparece el efecto y más realistas las figuras. Así el color será el centro de toda la obra de Delacroix.
Las figuras humanas que aparecen en sus composiciones poseen una clara influencia de los modelos pictóricos y escultóricos de Miguel Ángel, atribuyendo al cuerpo humano unas proporciones cuasi perfectas en las que resalta cada músculo del cuerpo masculino y los atributos femeninos. Lo que, por el contrario, introduce Delacroix, son las expresiones de sus personajes, quienes conservan ojos llenos de sentimiento, expresiones de dolor y rabia, así como miedo y valentía. Une por tanto en sus personajes realismo y clasicismo, obteniendo armoniosas representaciones de temas históricos y literarios que destacan sobre todo por los detalles y las texturas que podemos casi tocar y oler.
Así la temática elegida por el autor ayuda a la grandeza de sus estructuras: los argumentos elegidos por este gran artista son principalmente dos: los históricos y los ambientados en el mundo oriental representando la realidad, evitada hasta entonces.
Fueron las composiciones históricas las que le aportaron la fama y llevaron a su consagración como pintor.


He aquí algunas de sus obras más célebres:

La barca de Dante (1822)
En esta obra, con Dante y Virgilio en el infierno sobre la barca de Flegias, buscando la ciudad de Dite, destaca la potencia del dibujo y la fuerza plástica de las figuras. La verdadera novedad del cuadro es el uso del color. Con pequeños detalles como las gotas de agua sobre las figuras en primer término, se advierte la atención a los fenómenos naturales, constante en el artista.


La matanza de Quíos (1824)
Este cuadro denuncia la desmesurada violencia ejercida por los turcos contra los griegos. Podemos sentir el dolor que transmiten las figuras sedentes y la altivez del soldado a caballo, satisfecho por la victoria.


La muerte de Sardanápalo (1827)
Duramente criticado en su momento, este cuadro de suicidio colectivo, inspirado en un drama de Lord Byron sobre el antiguo rey asirio, hace gala de una de las más espléndidas combinaciones del color y asímismo llama la atención por la perfección en los detalles en las telas, los objetos, los adornos de los personajes, etc.
  
La Libertad guiando al pueblo (1830)
La más conocida de sus obras reproduce un momento de la Revolución de París del 1830. En él la Libertad es representada por una mujer con gorro frigio alzando la bandera tricolor republicana, mientras que dirige a una muy variada muchedumbre, situada en segundo plano. El primero de los valientes es el mismo Delacroix, quien, como hicieron pintores anteriores, se autorretrató en su obra. El tercero de los focos de atención en la composición son los cuerpos inertes de los guerreros muertos, que, tendidos en el suelo, aportan el contraste junto con aquellos alzados. Gracias a este dualismo, Delacroix consigue una gran sensación de movimiento y dinamismo. 
 
 
Mujeres de Argel en su habitación (1834)
Esta es una obra de gran realismo que conjuga variaciones y matices de color centrados en la figura femenina.


A los acordes del Allegro del concierto nº 2 de J. S. Bach, podemos admirar en el video un resumen de las pinturas de Delacroix, que dejó a la posteridad un legado de más de 900 obras.

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