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jueves, 7 de julio de 2016

Arthur Conan Doyle (Edimburgh, Scotland, UK, 22-5-1859 / Crowborough, England, UK, 7-7-1930): In memoriam

CREADOR DE SHERLOCK HOLMES

Hoy es aniversario del fallecimiento del escritor británico Sir Arthur Conan Doyle, mundialmente conocido por sus novelas y folletines protagonizados por Sherlock Holmes, el más célebre detective de ficción de todos los tiempos y cuya aparición supuso una verdadera revolución del género criminal. En un momento de auténtica inspiración, basándose en el modelo de Don Quijote y Sancho que tantos novelistas han utilizado, el autor creó también al Doctor Watson, un médico leal pero intelectualmente torpe que acompaña a Holmes y escribe sus aventuras. En julio de 1891 empezó a publicar en la revista Strand Magazine las andanzas de su personaje, basado parcialmente en uno de sus profesores de la universidad, que abogaba por seguir estrictos razonamientos deductivos en todos los órdenes de la vida. En su muy prolífica producción realizó, además, incursiones en géneros como la ciencia-ficción, la novela histórica, el teatro, la poesía u otros. Doyle no consideraba que su emblemático personaje ni su inteligencia hiperlógica fueran su mayor legado. El escritor prefirió sus novelas históricas, hoy día mucho menos recordadas. Sea como fuere, las novelas de Sherlock Holmes han suscitado un culto de gran arraigo tanto de los lugares e indumentarias del personaje como de su ficticio domicilio en Londres.
Arthur Ignatius Conan Doyle era hijo de un funcionario con aspiraciones y dotes como ilustrador, que ahogó sus frustraciones en alcohol y fallecería en 1893 recluido en una institución psiquiátrica. Las dotes narrativas de Arthur fueron fruto de las lecturas de su madre, quien, a través de estos relatos, trató de que sus hijos escaparan de una situación complicada consecuente a la enfermedad del cabeza de familia. Ella se encargó de que valores casi caballerescos, más propios de novelas, prevalecieran en los suyos. Los problemas económicos fueron solventados, en parte, por un tío acaudalado que pagó los estudios de su sobrino en Stonyhurst School y Stonyhurst College, en parte por los huéspedes que alquilaban las estancias de su casa. Uno de ellos, el doctor Bryan Waller, al que los historiadores adjudican un romance con la madre del escritor, cuando su marido estaba todavía vivo, ayudó al joven Arthur a escoger sus estudios: sería médico como él y estudiaría en su misma universidad, la de Edimburgo. Allí fue popular por su habilidad para los deportes y conoció a un profesor, Joseph Bell que, dicen, inspiró a su legendario personaje Sherlock Holmes.
Antes de titularse, a principios de 1880, Conan Doyle se embarcó en un ballenero llamado 'The Hope' para ejercer de cirujano. Sustituyó a un amigo suyo y, más que sus virtudes como médico, demostró lo bien que se le daba el boxeo, que consideraba todo un arte. Un año más tarde consiguió el título y empezaron sus planes para ejercer la medicina. Le faltaban fondos para establecer una consulta y valoró una oferta para volver a embarcarse. Se trataba del 'Mayumba', un barco enorme cuyo último destino sería el oeste de África. Doyle aceptó el trabajo, lo abandonó al poco tiempo y, en contra de la opinión de su madre y de su mentor Bryan Waller, se marchó con su compañero de estudios George T. Budd a Plymouth para ser su socio. Budd era mejor vendedor que doctor, y sus beneficios se debían más a las medicinas que dispensaba a sus pacientes que a sus propias consultas. Doyle no estaba de acuerdo con sus métodos y terminó por establecerse por su cuenta en 1882, en Portsmouth, en Inglaterra. Allí conoció a Louise Hawkins, 'Toulie', su primera esposa, con quien se casó en 1885 y con la que tuvo dos hijos. En 1887 publicó Estudio en escarlata, la primera historia de Holmes, detective con ingeniosa habilidad para el razonamiento deductivo. Igualmente excepcionales serían las creaciones de los personajes que le acompañan: su amigo bondadoso pero torpe, el doctor Watson, que es el narrador de las historias, y el archicriminal profesor Moriarty. Seis años después, su mujer enferma de tuberculosis y se muda con ella a Suiza para que mejore su salud. Junto a ella prospera su carrera literaria y parece que el matrimonio marcha bien. Vuelven a casa porque echan de menos a su gente y ese mismo año, en 1897, Conan Doyle conoce a Jean Leckie, una amazona, de la que se enamora. Su mujer no se enterará de la infidelidad pero, tras el fallecimiento de 'Toulie' en 1906, el escritor se casa con Jean al año siguiente. Con ella tendría otros tres hijos y junto a ella acabará sus días en 1930.
Los mejores relatos de Holmes son El signo de los cuatro (1890), Las aventuras de Sherlock Holmes (1891-1892), El sabueso de los Baskerville (1902) y Su última reverencia (1917), gracias a los cuales se hizo mundialmente famoso y popularizó el género de la novela policíaca. Surgió, y todavía pervive, el culto al detective Holmes. En 1893, harto de Sherlock, decidió darle muerte en la ficción junto a su enemigo mortal, el maligno profesor Moriarty; pero a causa de la presión de sus lectores, debió resucitar al detective en 1902, con El sabueso de los Baskerville. Doyle adornó a su personaje con ciertos rasgos muy reveladores de los estereotipos de la clase alta victoriana: afición a la cocaína, destreza en la música (sobre todo con el violín), bruscos accesos de euforia y de melancolía, misoginia y, por supuesto, patriotismo al servicio indiscutible del imperio británico.
Gracias a su versatilidad literaria, Conan Doyle tuvo también éxito con sus novelas históricas, como Micah Clarke (1889), La compañía blanca (1891), Rodney Stone (1896) y Sir Nigel (1906), así como con su obra de teatro Historia de Waterloo (1894). Durante la guerra de los bóers fue médico militar y a su regreso a Inglaterra escribió La guerra de los bóers (1900) y La guerra en Sudáfrica (1902), justificando la participación de su país. Por su ferviente patriotismo, manifiesto en estas obras, fue nombrado en 1902 Caballero de la Orden del Imperio Británico con el título de Sir, distintivo que nunca utilizó al firmar sus escritos. Son curiosas sus incursiones en la ciencia-ficción: El mundo perdido (1912) y La zona ponzoñosa (1913), novelas que tienen como personaje central al Profesor Challenger, en una saga que continuó después. Al estallar la Primera Guerra Mundial en 1914, Doyle trata de alistarse. Tiene 55 años pero en su carta defiende que es fuerte y tiene una voz audible. Le rechazan pero él ayuda con la propaganda y con el apoyo de voluntarios civiles desde el Reino Unido. Durante la contienda escribió La campaña británica en Francia y Flandes (6 volúmenes, 1916-1920) en homenaje a la valentía británica.
La muerte de su hijo mayor, por una neumonía que contrajo en la guerra, le hace estrechar su vínculo con los círculos espiritistas, con los que ya había tomado contacto y a los que había defendido públicamente, a pesar de que no todos sus fieles lo aceptaran. Se trataba de una corriente que defendía el contacto con los muertos, la telepatía, la hipnosis y la escritura automática, y de la que fue un miembro activo hasta su fallecimiento. Se convirtió en su principal fin y en el de su familia, dedicándose por entonces a dar conferencias y a escribir ampliamente sobre el tema en libros como Historia del espiritismo (1926). Su autobiografía, Memorias y aventuras, se publicó en 1924. Antes de morir, de un ataque al corazón a los 71 años, había escrito: «El lector juzgará que yo he vivido muchas aventuras. Las mayores y más gloriosas me esperan ahora».

 

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