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domingo, 29 de mayo de 2016

Antologia de la Danza Española - Sevilla (Isaac Albéniz)

ISAAC ALBÉNIZ (Camprodón, Gerona, España, 29-5-1860 / Cambo-les-Bains, Aquitania, Francia, 18-5-1909): IN MEMORIAM

Hoy es aniversario natal del compositor y pianista español Isaac Albéniz, uno de los autores más importantes del siglo XIX en España, especialmente por sus obras para piano de lenguaje moderno e inspiración nacionalista. Practicamente definió el Romanticismo español en materia musical y ejerció además una considerable influencia en otros compositores nacionalistas posteriores como Turina, Granados o Falla. Instruído y de carácter cálido y afable, en su personalidad subyacía una poderosa vena melancólica. Más apreciado en su tiempo fuera que dentro de su pais, aunque sus composiciones evocan las imágenes y sonidos de España, prefirió vivir lejos de su patria ('la morena ingrata'), en la que se sentía incomprendido.
La vida de Isaac Albéniz, sobre todo durante su niñez y su juventud, es una de las novelas más apasionantes de la historia de la música. Niño prodigio, debutó como pianista a los cuatro años, con gran éxito, en un recital en el Teatro Romea de Barcelona. Tras estudiar piano en esta ciudad e intentar, infructuosamente, ingresar en el Conservatorio de París, prosiguió sus estudios en Madrid, adonde su familia se había trasladado en 1869. Espíritu inquieto, a los diez años se fue de casa, y recorrió varias ciudades y pueblos de Castilla organizando sus propios conciertos. Una segunda fuga en 1872, embarcado furtivamente como polizón, le llevó a Argentina, Uruguay, Brasil, Puerto Rico y Cuba, donde sobrevivió del mismo modo, organizando sus propias audiciones, aunque la policía lo detuvo en uno de sus viajes por toda Sudamérica, a instancias de su padre, que era el interventor general de Aduanas en las islas del Caribe. Protegido por el secretario particular de Alfonso XII, el conde de Morphy, Albéniz, consciente de sus carencias técnicas, pudo en 1876 proseguir sus estudios en el Conservatorio de Bruselas, graduándose tres años después con un primer premio en piano.
De regreso en España, se estableció en Barcelona en 1883, mismo año en que contrajo matrimonio con su alumna Rosa Jordana y Lagarriga, con quien tuvo un hijo y dos hijas. En la Ciudad Condal conoció al compositor Felip Pedrell, quien dirigió su atención hacia la música popular española, inculcándole la idea, esencial para el desarrollo de su estilo de madurez, de la necesidad de crear una música de inspiración nacional. Fue entonces cuando Albéniz, que hasta ese momento se había distinguido por la creación de piezas de salón agradables y sin pretensiones para su instrumento, el piano, empezó a tener mayores ambiciones respecto a su carrera como compositor.
Desde 1886 hasta 1889 Albéniz vivió en Madrid y continuó enseñando, dando conciertos y componiendo. Su estilo más característico comenzó a perfilarse con las primeras obras importantes de carácter nacionalista escritas a partir de 1885, en especial con la Primera Suite española, compuesta originalmente de las piezas Granada, Cataluña, Sevilla y Cuba, a las que en ediciones posteriores se añadieron Cádiz, Asturias, Aragón y Castilla. También escribió varias obras vocales durante este periodo, entre las que destaca una colección de cinco Canciones basadas en las Rimas de Gustavo Adolfo Bécquer. La Segunda Suite Española contiene los caprichos Zaragoza y Sevilla.
El éxito de sus conciertos en París y Londres en 1889 lo animó a buscar fortuna fuera de España. Desde 1890 hasta 1893 residió en Londres y actuó por toda Gran Bretaña y por el resto de Europa. En 1893 se estableció en París, donde recibió clases de Vincent d'Indy y entró en contacto con un grupo de compositores de vanguardia, entre los que se encontraban Claude Debussy y Gabriel Fauré, que influyeron de forma decisiva en su moderna técnica compositiva. Su ideal de crear una «música nacional de acento universal» alcanzó en la suite para piano Iberia, su obra maestra -compuesta en Niza en sus últimos años de vida-, su más acabada expresión. Admirada por músicos como Debussy, la influencia de esta partitura sobre otros compositores nacionalistas españoles, entre ellos Falla y Granados, fue decisiva. Ella sola basta para otorgar a Albéniz un lugar de privilegio en la música española.
Aquejado de una enfermedad renal, Isaac Albéniz se trasladó en 1909 a  Cambo-les-Bains, población en la costa atlántica de los Pirineos franceses, donde falleció de un coma urémico once días antes de cumplir los 49 años. A propuesta de Debussy, Fauré, Dukas y otros compositores y amigos, el gobierno francés le concedió postumamente la Cruz de la Legión de Honor, depositada sobre su ataúd. España, la tierra a la que el compositor había dedicado la mayor parte de su obra, sólo mostró signos de recuerdo hacia él cuando, meses después de su muerte, repatrió su cuerpo para que fuera enterrado con honores en el cementerio de la ciudad barcelonesa de Tiana.

Periodos de la obra de Albéniz

Aunque cultivó variados géneros, en su obra predominan las composiciones para piano. En su música para este instrumento se pueden distinguir tres épocas. En la primera, que abarca sus composiciones de juventud, Albéniz compone obras de carácter romántico e intimista, influidas claramente por la música de salón. Entre las principales piezas de dicha etapa cabe citar los Seis pequeños valses (1884), sus tres Suites anciennes (1885-1886) y sus siete Sonatas para piano (1884-1888).
Su etapa nacionalista española culmina con las cinco piezas que integran los Cantos de España (1891-1894): Preludio, Oriental, Bajo la palmera, Córdoba y Seguidillas. La mayoría de las composiciones de esta segunda etapa están inscritas en la corriente de tintes andaluces denominada "alhambrismo", caracterizada por la profusión de ritmos de danzas populares y de elementos del cante jondo, así como por el uso de escalas modales como la frigia y ornamentaciones propias de la escritura para guitarra; no obstante, en algunas piezas de este período también se escuchan rasgos folclóricos de otras provincias españolas. Otras obras incluidas dentro de este apartado son la mencionada Suite Española (1886), el Concierto fantástico en La menor (1887) y las Doce piezas características (1888).
La tercera etapa creadora de Albéniz posee resonancias impresionistas, en parte fruto de sus viajes a París y de la amistad que le unió a compositores como Debussy, máximo representante del impresionismo musical francés. Su obra principal de esta última época es la suite Iberia (1905-1909), una síntesis de diversos estilos musicales que debe mucho a la escritura virtuosística para piano de Liszt, con ciertos ecos guitarrísticos. Las doce piezas que componen los cuatro cuadernos de Iberia tienen una arquitectura compleja. La mayoría de ellas emplean ritmos característicos de danza que se alternan con un estribillo lírico de carácter vocal o copla. El primer cuaderno incluye las piezas Evocación, El puerto y Corpus Christi en Sevilla, esta última eminentemente descriptiva. En el segundo cuaderno se hallan las obras Rondeña, Almería y Triana, que de nuevo hacen mención a rincones andaluces. El tercer cuaderno lo inicia la pieza titulada El Albaicín (en honor al barrio granadino de igual nombre), seguida de El Polo y de Lavapiés, única pieza de Iberia inspirada en un lugar no andaluz. Y por último Málaga, Jerez y Eritaña, que son las tres piezas que integran el cuarto cuaderno.
Albéniz no posee una producción orquestal muy amplia, pero todas sus obras sinfónicas están dotadas de un colorido y una armonía de gran riqueza, así como de destacables innovaciones instrumentales. En ocasiones incluso integraba en la orquesta instrumentos de viento de la cobla catalana. También fue autor de lieder y zarzuela. Respecto a su música escénica, hay que citar la ópera Pepita Jiménez (1895), que, representada en toda Europa, fue siempre la obra favorita del compositor. En ella Albéniz se aleja de la tradición wagneriana para desarrollar un lenguaje autóctono, expresivo y lírico. En cambio, en sus óperas Henry Clifford (1995) y Merlín (1902) es patente su admiración por Wagner.

(Reseña a partir de la página Biografías y Vidas)



La Suite Española opus 47 de Isaac Albéniz está compuesta principalmente de obras escritas en 1886, que se agruparon en 1887 en honor de la Reina de España Isabel II. Como muchas de las obras para piano del compositor, estas piezas son cuadros de diferentes regiones y músicas de España. La obra se inscribe dentro de la corriente nacionalista (pasada por el tamiz del refinamiento y la estilización) relacionada con el Romanticismo. Una de sus piezas más conocidas es Sevilla, que en el video se puede apreciar con fondo orquestal en una grabación del espectáculo "Antología de la Danza Española" (2006) en el Teatro La Latina de Madrid. 

2 comentarios:

  1. Bellísimo el vídeo que complementa una muy ilustrativa y explicativa reseña sobre Albéniz.

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