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domingo, 15 de noviembre de 2015

Richmal Crompton (Bury, Lancashire, UK, 15-11-1890 / Chislehurst, London, UK, 11-1-1969): In memoriam

LA CREADORA DE WILLIAM BROWN

Hoy se conmemora el 125 aniversario del nacimiento de la escritora británica Richmal Crompton, autora de la serie de  narraciones que tienen como protagonista a William Brown (Guillermo para los hispanoparlantes), un travieso niño de once años. En sus sucesivas entregas hizo gala de una fina comprensión de la psicología infantil, que sin duda es deudora de los años en que trabajó como maestra de escuela. La prolongada serie es uno de los clásicos de la literatura para niños.
Hija de un clérigo y profesor de Gramática, Richmal Crompton Lamburn estudió en la Universidad de Londres para convertirse en maestra, graduándose con honores en lenguas clásicas en 1914. También tomó parte en el movimiento sufragista femenino. Cuando llevaba nueve años ejerciendo su profesión contrajo una poliomielitis que la condenó a arrastrar su pierna derecha y a valerse de un bastón durante el resto de sus días. Por ello, abandonó la docencia y comenzó a escribir. Más adelante sufrió un cáncer de pecho que requirió una mastectomía. Nunca se casó ni tuvo hijos, aunque sí sobrinos y sobrinos-nietos.
Su principal aportación literaria la constituyeron los libros sobre William Brown, personaje símbolo de la innata rebelión del espíritu infantil, con sus perpetuos calcetines caídos, su gorra de visera a rayas y sus zapatos embarrados. Le secundan sus amigos Henry, Douglas y Ginger, llamados a sí mismos Los Proscritos, y el perro Jumble, especialistas en meterse en todo tipo de líos y sembrar un hilarante caos a su alrededor. William y sus amigos viven en un pueblo de la campiña inglesa, en un ambiente burgués rural, de buenas familias, de amas de casa metidas a benefactoras de la Humanidad, de reverendos anglicanos y de meriendas vespertinas, ajenos al ambiente adulto que les rodea pero, inevitablemente, inmersos en él. De ahí sus trastadas, auténticos ataques, a veces furibundos, contra ese universo. Desterrados en un mundo de mayores, de costumbres rígidas y convencionales, la banda liderada por William, por ley de vida, tratarán de oponerse a su manera, unas veces de modo voluntario y consciente, otras de modo involuntario e inconsciente. Las diferencias generacionales son, pues, sus enemigos eternos y la principal fuente de desencuentros, equívocos y momentos jocosos de la mayoría de los relatos. Sin olvidar tampoco los enfrentamientos con los niños repipis, encarnados por Hubert Lane y compañía. Sus amigos no cuestionan su liderazgo, pero en su familia, sólo su madre parece comprender parcialmente a William; no así sus hermanos mayores Ethel y Robert, mientras que su padre se manifiesta apenas condescendiente. Aun con terrible gramática, a Wiliam le gusta escribir, así como el arte dramático, tocar la armónica, el fútbol, el críquet, los ratones blancos y los caramelos de menta envueltos en celofán.
Crompton dio comienzo a la serie con Just William (Travesuras de Guillermo), libro publicado en 1922 que, curiosamente, inició pensando más en un público adulto que en un público infantil, con la intención de ofrecer una imagen, entre afectuosa, irónica y asombrada, del candoroso e incomprensible mundo infantil visto por una afable tía soltera. Sin embargo, su simpático personaje de anarquizante ingenuidad, para el que se inspiró en su sobrino Tommy, pronto se convirtió en un favorito de la literatura infantil y se mantuvo inalterable en sus eternos once años a través de casi cinco décadas en la vida de su creadora y en los treinta y ocho títulos restantes que comprenden el total de la serie (el último publicado postumamente en 1970). La saga contiene una muy apreciable y detallada visión costumbrista de la época, sutilmente descrita con satírico humor inglés. Sólo en el Reino Unido los libros de William Brown vendieron más de doce millones de ejemplares y fueron adaptados para películas, obras teatrales y series de radio y televisión. Las deliciosas ilustraciones de Thomas Henry contibuyeron a su éxito. Traducidos a nueve idiomas, se distribuyeron por todo el mundo. En España fueron ampliamente comercializados en los años 50 por la Editorial Molino, con características tapas duras. Escritores como Fernando Savater o Javier Marías han confesado su deuda literaria con la colección.
La autora escribió también otros libros para niños y más de cuarenta meritorias novelas para adultos, pero su difusión no fue comparable a la de sus narraciones sobre William. Falleció en su casa en un suburbio londinense a los 78 años.


 

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